viernes, 21 de marzo de 2008

NUNCA HE VISTO GOLONDRINAS EN LA HABANA



Reinaldo Cedeño Pineda

En el inmenso foso de La Cabaña la naturaleza va gastando la piedra, grano a grano, con paciencia de siglos. Las raicillas se aferran a las oquedades, las hojas beben cada gota que resbala por la roca.

He bajado sopesando cada paso, por la escala labrada en el muro. He bajado mientras la Feria del Libro revienta en las bóvedas y las plazoletas. El foso aplasta; pero las motas verdes imponen la vida donde hubo tanta muerte.

Me acerco a la tumba del poeta. Solo. Me asomo tras la verja, debajo de la buganvilla:

AQUI EL 25 DE AGOSTO DE 1871
CAYO DESTROZADO POR LAS BALAS ESPAÑOLAS
EL POETA MARTIR CUBANO JUAN CLEMENTE ZENEA
ESTA LAPIDA ES OFRENDA DE SU HIJA PIEDAD

¿En qué negruras encallan estos versos? ¿Quién ha visto a Fidelia?

No busques volando inquieta
mi tumba oscura y secreta,
golondrina, ¿no lo ves?
en la tumba del poeta
no hay un sauce ni un ciprés.
……………………………
¡Bien quisiera contemplar
lo que tú dejar quisiste;
quisiera hallarme en el mar,
ver de nuevo el Norte triste,
ser golondrina y volar!

¿Qué vuelo disipado? ¿Alguien, alguna vez, habrá hecho el amor cerca de aquí? Los siglos, Juan Clemente, íberos y mambises se dan la mano.

Estoy subiendo por la escala labrada en el muro, paso a paso, rumbo a los libros y las plazoletas de San Carlos de La Cabaña. Solo. Los versos son como raicillas que van devastando la piedra grano a grano.

Nunca he visto golondrinas en La Habana.

Febrero de 2008.

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