MAYLÍN ROSS TORRES ganó el XXVI Concurso de poesía Luisa Pérez de Zambrana convocado por la Casa de Cultura homónima del mítico poblado de El Cobre, allí donde se resguarda a la Virgen de la Caridad, Patrona de Cuba.
martes, 16 de octubre de 2012
Gana Maylín Ross Torres el XXVI Concurso de poesía Luisa Pérez de Zambrana
MAYLÍN ROSS TORRES ganó el XXVI Concurso de poesía Luisa Pérez de Zambrana convocado por la Casa de Cultura homónima del mítico poblado de El Cobre, allí donde se resguarda a la Virgen de la Caridad, Patrona de Cuba.
La Zambrana (1837-1922) es una de las grandes voces de la lírica cubana de todos los tiempos, una elegíaca que vio morir uno por uno a los miembros de su familia y que desgranó versos inmortales como "A mi amigo A. L., "La vuelta al bosque", "Martirio" y "Dolor supremo".
El segundo lugar del concurso cobijado bajo la gloria de su nombre, fue
para Geovanis Vaillant Kindelán, el tercero para Mileydis Guerra Isaac;
mientras la primera mención se la acreditó Jesús García Clavijo.
El jurado estuvo conformado
por Reinaldo Cedeño Pineda (presidente) así como por los escritores Mirna
Figueredo y Roberto Leliebre.
Me han honrado con tal
designación.
La Isla y la Espina
comparte con sus lectores la tríada ganadora de MAYLÍN ROSS TORRES, asesora, escritora y locutora de la emisora
Sonido SM (municipio de Songo La
Maya, Santiago de Cuba), quien mostró oficio poético y originalidad en su lenguaje metafórico.
Cuando los
miedos se agolpan ante los ojos
La verdad reluce, desnuda:
hablo de pequeñas muertes,
como la calle mojada
Por la llovizna fina que
mueve el corazón.
De esas interminables
verdades que palpitan misteriosamente
en uno mismo y recorren el
cuerpo)
Lacerando las vísceras.
Insisto en confesar que me
aferro a al vida,
que no tengo ya espacio para
las paredes
que morir es un sueño remoto
que espanto con la manos.
Soy un país casi ausente
Nada detendrá el asombro de
mirar
Como renace la esencia de los
astros.
Oficio de poeta
He buscado las palabras donde
asir estas memorias
y resbalan, incesantemente.
Engaño a todos,
sobre todo a mi misma
colgando de esta mueca imperceptible.
Me ocupo en mentir,
grave oficio asignado a la
existencia.
Me salvan los textos, la
palabra
los sueños innombrables y
paisajes tardíos que acaso añoro porque el pan no retorna con los sueños)
y respirar puede ser un
engaño, un trueque a la mentira. Puedo también, como Borges,)
confesar que no he sido
feliz.
Vendo los ojos en el intento
vano de vencer el olvido,
compartir lo oscuro, colgada
para siempre)
en un poema.
Palabras del
sobreviviente
Señores del jurado:
En ese sitio yo estuve
sentada alguna vez.
Asistí a nuevas caídas
mientras pasaron los años.
Mis palabras se volvieron
asesinas y fueron lanzadas,
lanzadas torpemente hacia el
bocado que nunca llegó.
Ustedes juzgan mis actos
irreverentes.
Afuera hay una guerra que no
depende de Dios,
y no puedo hacer más que
cantar este himno.
De nadie son las manos que se
extienden, los gritos en la plaza,
el hombre obscuro que me
acecha.
A quién pertenecen los
muertos, pasajeros visibles.
Qué serán esas fauces que me
invitan, leves prolongaciones de mis dientes.
Debo confesarlo, señores,
pendo de noches turbias,
pero mi falta no ha sido otra
que esperar.
No es fácil vivir,
lanzar esas piedras cada
tarde,
observar esta piel que se
consume,
esperar que Dios sufra de mi,
apenas sin fe.
Todo empieza con la palabra,
continúa en sus meandros,
en ojos inmóviles que acusan,
en el terror de los días,
en la humillación que me es
legada,
en la tenues victorias
negadas para siempre en este sitio,
Señores del jurado,)
donde estuve sentada alguna
vez y que ya no es mío.
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1 comentario:
Gracias amigo
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