miércoles, 31 de octubre de 2012
Crónicas del barrio / REYNALDO, EL AGRICULTOR
Aunque hace más de cuatro
décadas reside en Santiago de Cuba, Reynaldo no tiene a menos hablar de su origen
campesino. El nombre de su terruño natal lo dice todo, Vegabotada, actual
municipio de San Luis.
Por esos parajes se encontró
un día con una maestra que llegaba del Reparto Sueño. Ella alzaba la mirada de
los libros para verle en el surco. Él subía el tono cuando acarreaba los
bueyes.
Fundaron un hogar, levantaron
una casa.
Reynaldo ordeñó vacas, trabajó como vigilante, sin dejar de atender
su patio.
Este ha sido un año difícil
para el agricultor. Perdió a la maestra
delante suyo, y como único bálsamo se dedicó a la tierra. Sus lágrimas se
confundieron con el sudor.
El Huracán Sandy no pudo con
sus paredes ni su techo; pero arrancó, torció, calcinó su siembra. Dejó en nada
sus plantas de guayaba y de mango. Quebró el aguacate y el marañón. Arrasó el
platanal y las malangas.
Cuando pasó la madrugada
infernal y se asomó a su patio, no podía creerlo. Respiró hondo, blandió el
machete para cortar las ramas inservibles, los troncos sin vida.
Con paciencia de sabio
campesino, amarró el pequeño limonero aún verde, con la esperanza de que se
puede sostener.
Reynaldo, el agricultor contempla
los hijos del plátano casi con ternura. En unos meses, tendré frutos, afirma. Sembraré
boniato y calabaza. Le crecen en sus manos bondadosas, los bejucos y las semillas.
Reynaldo, el agricultor se
levanta temprano, muy temprano. Desde su casa, puede verse la montaña. La
tierra es su salvación. Y eso, no hay huracán que pueda quitárselo.
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