Amigo mío, realmente pudiera emitir muchos elementos en contra y a favor del maltrecho Mediodía en TV, pero lo doloroso del tema, según mi criterio muy personal, no es el equipo que lo realiza, ni el propio programa en sí, sino el equipo encargado de fiscalizarlo, de asesorarlo, e incluso de concebirlo desde antes de que saliera al aire.
Lamentablemente en la Televisión Cubana se han destinado enormes cifras de presupuesto para programas (bien conocidos) , que siguiendo los patrones de la sensiblería mediocre más banal de nuestro tercer mundo, lastran los patrones estéticos y culturales de nuestra población media, la cual, es un hecho, se deja llevar por los estereotipos más trillados de la TV comercial, que para nada es ingenua, pues su propósito es ese, mantener a las masas con la mente ocupada en asuntos ligeros, por decirlo de la manera más cortés, y lamentablemente, nosotros aunque tenemos una política cultural sólida y bien planteada, sí somos ingenuos en la realización de muchos de estos espacios.
Y amigo mío, sin dudas es doloroso que por "ingenuos" dañemos al medio que más posibilidades tiene para informar, recrear e instruir (triada llevada y traída, pero que ha de estar irremediablemente unida), de forma que eleve a la teleaudiencia y no la mantenga en un letargo de inmovilidad mental innecesario.
Aún cuando no tuve el privilegio de asistir al Congreso de la UNEAC, me mantuve informado, por esa propia televisión que parece tener varios oídos, unos conectados al cerebro y otros no.
Muchos de los criterios allí expuestos resultaron realmente interesantes y esperanzadores, si hablando de TV estamos, pero no creo que nadie externo debe arreglar los asuntos de nuestros 4 canales de alcance nacional y todos los telecentros provinciales y municipales que hoy existen en Cuba, que también deben tener una programación bien pensada, sin improvisación, con investigación social, y con una intencionalidad bien estudiada por los tantos y tantos psicólogos, sociólogos, filósofos, musicólogos, etc. que existen en nuestra isla.
Dentro de la televisión cubana tenemos profesionales altamente calificados, no sólo en la teoría, sino en la práctica, no sólo avalados por la experiencia, sino por una juventud deseosa de hacer y con proyectos realmente interesantes, salida de nuestros centros de educación superior y otras instituciones que preparan a las nuevas generaciones en el mundo audiovisual.
Existe una dicotomía que hace algunos meses el periodista Reinaldo Cedeño planteara en una entrevista que nos diera para una emisora local en Sagua la Grande, Villa Clara, ¿Es la radio Canal o arte?, vale también preguntarse, ¿Es la televisión Canal o arte?
En la más reciente edición de la Muestra de nuevos realizadores una prestigiosa crítico de cine en conversación personal cuestionaba el propósito artístico de una puesta televisiva, y sin embargo, allí pude disfrutar durante una semana de incontables materiales que pueden ser llevados a nuestros medios, e incluso, realizadores con proyectos perfectamente en sincronismo con el lenguaje televisivo, que quedan sólo en el estrecho círculo de las salas de cine de la capital.
Es lamentable que esta realidad no se descubra con la suficiente agilidad con que Mediodía en TV va de festival en festival, unas veces por censura, otras por falta de búsqueda de nuevos espacios por un lado y de nuevos proyectos por otro, y otras por la propia incomunicación institucional entre el ICAIC y el ICRT.
Tenemos que estar concientes de que todo material audiovisual que se realiza en Cuba, es en primer lugar para los cubanos, pues son ellos sus realizadores, sus protagonistas, y los que necesitan crecer en la medida que lo hace nuestro cine y nuestra televisión en comunidad de intereses y de criterios, pues no confiar en el nivel que hemos alcanzado como público limita la creación que, como espada de Damocles, no tendrá un público para quién crear, pues ya tiene un Mediodía en TV creado exactamente a la única medida que necesita.