Reinaldo Cedeño Pineda
A finales de enero, escribí en este propio blog, “Seis preguntas a la TV Cubana” a la que se han sumado varias opiniones que pueden consultarse en .
Los colegas Irael Rosado Noa y Eyder La O Toledano me han enviado sendos comentarios que, además de incluir entre los comentarios del post inicial, pongo a consideración de los lectores de manera independiente.
Para su mejor comprensión, debo incluir de nuevo las preguntas iniciales.
1. ¿Qué aporta a la comunicación con el televidente, que mientras el locutor(a) del Noticiero Nacional de Televisión da a conocer las noticias, estén pasando personas por detrás o se mantenga el ruido de una impresora (además de cinta) en plena acción?
2. ¿Por qué la imposición en la pantalla de un mismo rostro y un mismo estilo en la locución, como va ocurriendo ya con la joven Bárbara Sánchez Novoa?
3. ¿Por qué y para quién se continúan transmitiendo teleclases los fines de semana?
4. ¿Dónde ha quedado el espíritu crítico del casting o selección de actores para los programas dramatizados, cuando se insiste, por sólo citar un ejemplo, en otorgar personajes protagónicos a un actor tan esquemático como Vladimir Villar , el Orestes de la telenovela Añorado Encuentro?
5. ¿Qué juicios de apreciación estética y dramatúrgica manejan quienes aprueban las propuestas humorísticas en la televisión (que pifiaron largamente con Donde hay hombres no hay fantasmas) al aceptar otra propuesta tan insoportable como A todo trapo?
6. ¿Por qué existe tan poco espacio para la entrevista a personas que no pertenecen al sector artístico o deportivo?
♠ TV cubana: mucho ruido y…
Irael Rosado Noa
Colega, al leer tus inquietudes, me di cuenta que no solo amigos allegados con los que comparto este tipo de cuestiones somos los que caminamos en la misma cuerda reflexiva.
En cuanto a alguna de tus interrogantes...
En la comunicación existen varios ejemplos de los llamados ruidos y eso que mencionas en tu primera interrogante sencillamente son RUIDOS que distorsionan la concepción estética y funcional del espacio, pero para saber eso no hace falta estudiar Teoría de la Comunicación, sino respetar tu propio trabajo y eso lleva implícito el respeto y la cordura para con los televidentes. Hay que concientizar que el NTV es la cara de Cuba al mundo, la de los cubanos aunque no siempre con la profundidad a la que aspiramos los comunicadores… esa imagen que se transmite está también compitiendo con otras más agradables, aunque muchas veces no en el contenido, pero sí en la propuesta televisiva.
La propaganda, esas campañas con objetivos trasformadores y en este caso en la TV, deben velar celosamente hasta por el efecto sonoro que se utiliza debajo de la voz de locutor en caso que lo lleve. Hay que ser muy cuidados a la hora elegir una imagen para una campaña, por eso, con respecto a la rallada locutora en cuestión, Bárbara Sánchez, que creo es una buena profesional, se pierde total credibilidad cuando me habla a cámara de “ETECSA en Línea con el mundo”, y luego, innecesariamente, me la ponen como una trabajadora de las casas de orientación a la mujer y la familia. Hay que replantearse entonces: ¿Es efectivo el mensaje?
Si para la telenovela cubana que se transmite actualmente en Cubavisión hicieron casting, colega, NO CREO EN LOS CASTING, porque sin ofender a nadie, hay actuaciones que dan risa, parecen sketch humorísticos, y creo estoy siendo benévolo.
Algunas de mis preguntas...
¡Hay tantas cosas que le pregunto a mi conciencia sobre la TV, ya que mi ATEC-HAIER no me puede responder! No repetiré las que ya plasmaste, pero continúan algunas dándome vueltas:
¿Dónde se quedó precisamente el RESPETO a los televidentes?
Por qué lo digo: en más de una ocasión hemos sufrido los que seguimos las series dramatizadas extranjeras y también películas, de ediciones, disculpen, esa no es la palabra, de machetazos salvajes a esos materiales que sencillamente están comunicando algo; dígase escenas sexuales, tanto en la elección como en la forma artística de mostrar el sexo; estoy hablando de la arbitrariedad que tienen con los capítulos de One Tree Hill (Hermanos Rebeldes) que en un mismo capítulo hay dos episodios y una ruptura dramatúrgica garrafal; del salto de temporadas de algunas series que se han transmitidos para luego volver al inicio de las mismas.
En Hurón Azul, el espacio de la UNEAC que ha tenido un resurgir oportuno y profundo se tocó indirectamente este tema… en fin el mar...
¿La TV Cubana no tiene asesores dramatúrgicos y otros que analicen críticamente el producto final que se mostrará al pueblo?
La TV, igual que el Cine, se sustenta en sus productos y recuerdo que grandes de este país hacían que todos los integrantes de su equipo tuvieran familiaridad con lo que se estaba produciendo, familiaridad; pero sobre todo respeto y profesionalidad con la obra que al final era de todos.
¿Acaso falta eso en estos días?
Eyder La O Toledano
Hace mucho tiempo nuestra televisión peca de estática, inamovible, sobre todo cuando de conductores y locutores se trata. Tal parece que esa camarilla, un puñaito que detentan el poder de las cámaras y los micrófonos gracias a la ayuda de no se quién del ICRT.
Ciertamente Bárbara Sánchez es una buena locutora, goza de buena dicción, no atropella y hasta se advierte que tiene un apreciable nivel cultural, todo eso demás de hermosa, un rostro verdaderamente agradable que… poco a poco están marchitando los obtusos del ICRT o su ambición, aunque esto último es pura especulación.
Precisamente un espacio como Sitio del Arte, era preferible que lo hiciera cualquiera de las muchachitas del sistema informativo que igual hay varias con rostros agradables, saben preguntar y hablan bien, a fin de cuentas son periodistas y es lo que mejor cabe en ese informativo cultural.
Por otra parte, todavía la producción de telenovelas en Cuba no encuentra el ABC para lograr, con toda nuestra faltas de recursos, impactar al televidente con un guión bien armando. Maité Vera se quedó en el Viejo Espigón. Hagamos un balance: los temas que abordan el culebrón son reales, buenos en sí, pero la historia central con las subtramas se pierden en un concierto de personajes e historias fútiles, nada se complica y se resuelve, todo está en nebulosas.
Es, por demás, una telenovela muy predecible. Por ejemplo, el muchacho gay, es una historia que desde un principio lo dejaron por sentado y peor aún, basado en un esteriotipo: el hijo que ayuda a mamá, que no es machista, que va a la bodega, recoge y pone la mesa, por Dios, porque ese y no el otro, sería mucha más interesante que el jevoso nos sorprendiera con un conflicto interno homoerótico.
Tampoco me queda claro el personaje de Noris, en un inicio una chica rebelde, inadaptada, que andaba con chicos disfuncionales socialmente, que coqueteo con las drogas y otros demonios, y al llegar a Cuba resulta un ángel, su único conflicto las relaciones con sus padres. ¿Cómo pudo superar sus crisis, las drogas, el rock? Eso no me quedó claro.
De Vladimir Villar es reiterar lo que han dicho otros, y en ese camino están Alejando Socorro, Raúl Lora, Rubén Breñas. Por cierto no me queda claro la galería de personas, hay tanto que ahí no pintan nada, no son más que comodín, pura pasarela para pasar la bola y punto. Un personaje, por muy pequeño que sea, debe de jugar fuerte en el folletín.
Los brasileños en eso nos dan lecciones y aún no acabamos de aprender.
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