martes, 13 de mayo de 2008

Lil Rodríguez: LA MUJER QUE DESVELÓ UN PAÍS

(Un instante atrapado por las calles de Santiago de Cuba)

Reinaldo Cedeño Pineda

1.

La madrugada es el camino movedizo, entre la noche y el alba. La madrugada es el preludio y la mortaja.

La madrugada es el largo puente del insomnio.

Esta mujer se coló en las mías, y ya nunca más pude dormir. Su programa El Club Caribe, me robó las madrugadas. Hablaba sólo para mí hasta que un día supe… que aquella mujer había desvelado un país.
El Club Caribe comenzó en 1989. Escogió nacer un 28 de enero bajo el influjo de Martí. Tras los debates en Deportivamente, Radio Rebelde, llegaba la música. Sobre todo, llegaba ella en el apasionante insomnio de la lucidez.

Era el Club más grande de Cuba.

Lil Rodríguez tenía la voz como las madrugadas, sorprendente y sutil.
Fue ella quien dio primero la noticia de la muerte del King, del accidente absurdo de José Antonio Méndez; del fallecimiento del Poeta Nacional, Nicolás Guillén; del Caracazo y de la invasión a Panamá…
No era una anunciadora, lo sabía todo de los intérpretes y te hacía escuchar lo que nunca habías oído.
Yordano Di Marzo, El Gran Combo de Puerto Rico, Juan Luis Guerra, Fito Páez, Andy Montañéz, Van Van, Adalberto Álvarez, Eugenia León…
El Caribe del bolero y la sabrosura, de la balada y la tradición. El Caribe de la fidelidad y la resistencia.
De la medianoche hasta las cinco de la mañana, halando el sueño, justo antes de Haciendo Radio.
Cuando me rendía, soñaba con esa voz.
Y heme aquí un día escribiéndole, yo que nunca le he escrito a una voz. Que soy estudiante de periodismo, que me he quedado colgado en mi día preferido, que no he podido llegar hasta “Comentando un disco”. Que no pude grabar a Raphael, que no escuché su historia….
Un día de 1991 no la escuché más. Me había quedado sin madrugadas.
Lil Rodríguez había vuelto al Sur, como se vuelve siempre al amor

2.

Julio, 2005. Festival del Caribe dedicado a la República Bolivarina de Venezuela.
Negros y blancos, todo mezclado. Fiesta del Fuego, el lugar donde los amigos vuelven. Casona de la UNEAC.
Gabriel Soler me pone la mano en el hombro… y saca una sonrisa que más que sonrisa es una señal…
−Te voy a presentar a Lil Rodríguez.
Y de pronto, aquella voz cobró rostro, y cuerpo. El pelo corto y el corazón largo. En el corazón de Santiago, el parque Céspedes, me vi desfilando con ella al ritmo del Caribe…
−To’ el mundo pa’ Venezuela… to’ el mundo pa’ la Alameda…
En medio de una marea humana.
A su lado, en el teatro Heredia, en la gala de Venezuela: la voz ancestral del pueblo indígena, el canto de Lilia Vera: Pajarillo verde cómo no quieres que llore; el arpa de los llanos profundos, la Venezuela negra, María Rodríguez y su canción del tabaco. Y sus explicaciones, prolijas, generosas. El Club Caribe, sólo para mí.
A esas alturas, Lil Rodríguez había recibido de manos del presidente Hugo Chávez, el Premio Nacional de Periodismo. Había tocado la médula, la cuerda de la música latina con su libro Bailando en casa del trompo. Y mantiene una columna bien seguida (“La cota Lil”) en el diario Últimas Noticias.
En la madrugada, en dos ruedas, me perdí hasta mi casa. Esa noche, el insomnio tocó de nuevo mi puerta.

3.

Una llamada puede ponerte el mundo en las manos, puede dejarte sin dormir.
−¿Has hecho alguna vez un guión de televisión?
−Puedo intentarlo…
La idea encontró rápidos y cascadas por el camino; pero finalmente halló su cauce. El equipo de Tele Sur llegó a Santiago de Cuba, como debía ser, una madrugada. Allí estábamos.
Lil era mucha Lil.

Días como esos se dan una sola vez en la vida:

Enrique Bonne alzando las manos para explicar que ese polvo que se levanta, que ese espíritu es la conga.
Tiburón Morales, una taza de café con la gente en Enramadas y San Félix, calle Enramada Mayor, novia de nuestra ciudad…
La Tumba Francesa de los Venet y los Danger en medio de la Sierra, en la madrugada de La Gran Piedra: Haití en la raíz y Francia en los pañuelos, tejiendo las trenzas en la tahona, con África en las manos, Cuba en el alma.
Galí arrancando los misterios al batá.
Una rueda de casino santiaguera, campeona del mundo en Montecarlo.
El hijo de Ñico Saquito hilando las historias de su padre.
Rodulfo Vaillant hilando recuerdos de Son 14 y la música cubana.
José Aquiles enamorando a la ciudad con su guitarra, en la cima del Tivolí.
Holguín a nuestros pies desde la Loma de la Cruz.
El Guayabero en la Casa de la Trova. Don Faustino, rey del doble sentido, con su voz de casi un siglo:

Yo vi una niña lavando
¡Ay Dios!
un par de medias azules
y se le coló una rana
entre el domingo y el lunes

A mi me gusta que baile Marieta…

El capítulo Cuba de la serie “Sones y Pasiones” de Lil Rodríguez se vería en más de treinta países.

4.

Mi padre le ofreció guayabas sembradas por sus manos cuando conoció personalmente a Lil Rodríguez. Mi madre le regaló una décima. Y Santiago de Cuba le dio un abrazo con sabor a Bacardí y a Matamoros, sabor a eternidad.
Lil Rodríguez es hoy directora de la Televisión Venezolana Social (TVes), rescatada para el pueblo de Bolívar.
Las madrugadas son como las frutas prohibidas, como cascabeles.
Son memorias de un tiempo, cuando las madrugadas en Cuba se llamaron Lil Rodríguez.
(TOMADO del libro inédito El hueso en el papel)

1 comentario:

Adrián Quintero Marrero dijo...

¡Las cosas de Cedeño!

Todavía no concibo el titular..Eso de "Adrián Quintero se suma..."..De todos modos gracias por colocarme en un sitio importante de tu blog. Menos mal que no conseguiste una foto mía.
Esta vez me quedo sólo en el nivel del comentario para decirte que, a veces, con el paso del tiempo y con tantos programas oídos, creo que algunos fueron espejismos. Hoy no sabría decir qué actriz puso voz a Tía Tata..¿Habrá existido? Parece que en el caso de Lil, tuvimos el mismo sueño durante las madrugadas de apenas dos años. Pero lo recuerdo todo con nitidez. Te envidio por haberla conocido personalmente.Ese programa fue uno de los últimos éxitos de Radio Rebelde, emisora cuyos tiempos dorados cada vez se alejan más. (Quizá un día debamos comentar sobre ello)
Gracias por todo y espero que un día me leas. (¿Lo mereceré?)
Te espero en Sagua, que -no olvides aclararlo- es la GRANDE.
Ah, algo más, que olvidé: ¿Por qué no publicaste íntegramente la opinión del locutor criticado? No la vi.