sábado, 8 de septiembre de 2012

Serenata morena a la Virgen de la Caridad del Cobre / UNA SENSACIÓN EXTRAÑA





Reinaldo CEDEÑO PINEDA


Cada vez que voy a El Cobre (poblado aledaño a Santiago de Cuba), me acuerdo de mi madre. Se llamaba Caridad como la Virgen, por la Virgen. Hubiera cumplido 79 años, este septiembre.

Ella subió de rodillas los 62 escalones para acceder al Santuario, pagando un milagro que la virgen le concedió.

La noche del 6 de septiembre, me fui a presenciar la Serenata morena a la Virgen de la Caridad de El Cobre, un canto de los artistas a los 400 años de la aparición de la imagen de la Patrona de Cuba en la bahía de Nipe. 

Es la primera vez que recuerdo un tributo semejante, de artistas creyentes y no creyentes.

La velada formó parte del Festival MatamoroSon y mostró que no basta un buen elenco para lograr una puesta de excelencia.





(En conferencia de prensa. de izquierda a derecha: Yaima Sáez, Darío Balzanelli y Eduardo Sosa. En el extremo, Gonzalo González, uno de los artífices en la organización del Festival MatamoroSon) 


Primero, los aplausos. Para Eduardo Sosa en una interpretación ESTREMECEDORA de Imagen protectora de Sindo Garay.

Grisell Gómez, solista del Orfeón Santiago, es no solo una voz, sino un espíritu. Ambas virtudes las puso en Virgen de la Esperanza, pieza de José Aquiles, con ese especial lirismo de su obra como compositor.

El tenor italiano Darío Balzanelli  ―alumno de Pavarotti— demostró un acabado dominio interpretativo con el  Ave María de Bach-Gounod. Los artistas de ley lo demuestran desde que se paran en el escenario.

La camagüeyana Yaima Sáez hizo toda una creación de la sencilla pieza Madrecita de Osvaldo Farrés. Poco aportó a su lado Adalberto Álvarez como voz segunda, si bien ha de agradecérsele muy mucho la idea del espectáculo. La obra debió repetirse por un percance técnico. No sería el único.

No puede olvidarse en la senda de los reconocimientos a los manzanilleros Olga González y Jesús Estrada, a Eva Griñán y su guitarrista acompañante Gabino Jardines, y por supuesto a Frank Fernández en el piano. Fue lo mejor, según mi criterio.

SIN EMBARGO; el espectáculo tuvo más de una incongruencia.

La mayoría de los artistas aquí relacionados solo se pudieron ver a través de pantallas exteriores, algunas de ellas con una visualidad bastante opaca, pues cantaron dentro del santuario donde no tuvo acceso el público.

Un lugar como este, sagrado, ha de resguardarse. Se entiende. No se trata de una sala teatral, mas esa decisión dañó indudablemente el diseño de la velada. Fue algo extraño: los cantantes a unos metros, pero a la vez ajenos, intangibles.   
  



No sé a posteriori cuantas ediciones podrá hacer la televisión, mas los que allí estábamos, nos fuimos con una sensación extraña.

En especial, el pueblo de El Cobre ―arracimado en las escaleras y los alrededores—, mereció respirar el mismo aire de los intérpretes invitados. Mirarse frente a frente. Los artistas también.

A eso deben añadirse más de un desaguisado. Un dueto de jóvenes declamadores, faltos de tono y excesivos. A modo de separador se incluyeron textos referentes a la Virgen, a los que puso voz Rosalía Arnáez. Ni una locutora de su altura pudo salvarlos. Frases endebles y decantadas que ceden con mucho al sublime (y abundante) legado de poemas y escritos referidos al tema que bien pudieron utilizarse.

La dirección artística corrió a cargo de Santiago Cartago y la general de José Aquiles.

Al final, todos cantaron (cantamos) como era de esperar… y si vas al Cobre / quiero que me traigas / una virgencita de La Caridad... Una convocatoria como esta, presupone la exquisitez artística; mas haber logrado ese canto unido, es sin dudas, lo más importante.

A la Virgen de La Caridad de El Cobre, esa que lleva el escudo en su manto de oro, habrá que seguirle cantando, en otros escenarios, en el espacio interior, sin geografía ni tiempo. Ya lo dijo El Maestro: para rendir tributo, ninguna voz es débil.


ARTÍCULO RELACIONADO

---El lugar más sagrado de Cuba: El santuario de la Virgen de la Caridad de El Cobre

 

3 comentarios:

Dariela Gámez Paz dijo...

Te invito a compartir criterios: http://loquenotehabiadicho.blogspot.com/2012/09/luces-y-sombras-en-la-serenata-la-virgen.html

Antonio Desquirón Oliva dijo...

CREO QUE MERECE FELICITARTE POR DECIR QUE ES LA PRIMERA VEZ QUE SE HACE UN HOMENAJE ASÍ, QUE SALE EN LOS NOTICIEROS, ETC. Y QUE EN EL DIA DE LA VIRGEN, EL 8, ESTUVO PRESENTE EL GOBIERNO DE LA PROVINCIA Y EL PCC
LO DEMÁS SE ENTIENDE POCO PUES EN LAS IMAGENES QUE SE VIERON POR LA TV, EL PUBLICO SALE FRENTE A LOS ARTISTAS Y NO EN EL EXTERIOR. ESO DEBERÍA DESCRIBIRSE MÁS CLARO. POR SUPUESTO QUE NO RESOLVER ESE ASUNTO FUE UNA FALLA DE LA SERENATA, QUE EN PURIDAD ERA MÁS RELIGIOSA QUE ESPECTACULAR!

Anónimo dijo...

Desde el blog Lo que no te había dicho

DANIELA GAMEZ PAZ

"LUCES Y SOMBRAS en la serenata a La virgen"

Confieso que esperaba mucho más. No solo por la calidad de los artistas que estarían en la serenata, sino porque siempre es un acto sublime cantarle a la Virgen de la Caridad del Cobre. Pero la velada del jueves en su santuario, a propósito del Matamoroson, no llenó mis expectativas.

Gala de estrellas… estrellada

Sobraban los motivos para hacer el homenaje a la patrona de Cuba, empezando por la justa celebración de los 400 años del hallazgo de su imagen. Pero faltó el alma que se precisa para cantarle a la Virgen. No sentí, y creo que la opinión es generalizada entre muchos de los presentes, que hizo falta más emoción, no solo de cada artista que actuó en el concierto, sino de él en su conjunto.


No fueron solo los problemas ocasionales con el sonido, o las imágenes poco visibles, o los textos fútiles y su emocionante lectura… fue también la concepción artística de la velada, que si bien no fue totalmente desacertada, tampoco estuvo todo lo sublime que pudo y que, al menos yo, esperaba.

Solo la impresionante interpretación de Eduardo Sosa logró sobrecogerme. La melodía de su timbre y la armonía del tema regalaron una Imagen protectora verdaderamente estremecedora.

Así, la serenata a la Virgen de la Caridad en el Cobre infortunadamente quedó deslucida, sin la emoción que ameritaba un concierto allí, sin el brillo que pudieron otorgarles sus protagonistas, más allá de una afinada interpretación. Esperaba mucho más. Otra vez será.


Tomado de http://loquenotehabiadicho.blogspot.com/2012/09/luces-y-sombras-en-la-serenata-la-virgen.html