La interpretación del texto dramático en los medios, y en especial en la radio, se caracteriza entre otras cosas, por la rapidez conque se realiza esta labor. Distinguió por muchos años a la radio, la capacidad de artistas y técnicos para extraer la esencia del texto y convertirla en arte. ¿Estaba dotado este personal de un talento sin igual? Sí, tuvimos algunos casos excepcionales, pero el oficio, la disciplina y dedicación era lo que había forjado a la mayoría. Oficio, disciplina y dedicación por más de 70 años sin violentar pasos imprescindibles, mínimos, que garantizaron el resultado de una labor tan difícil y compleja.
Me sorprendió hace poco la afirmación de varios jóvenes realizadores del medio que aseveraban no conocer el "ensayo al micrófono".
Una rápida pesquisa por las emisoras que realizan dramatizados en el país dio respuesta a mis sospechas: no se hace el ensayo al micrófono. ¿Las causas?... Durante los años 90 del pasado siglo las condiciones económicas del país afectaron la producción de dramatizados como otros tantos renglones importantes de la economía y la sociedad. Esta situación nos provocó carencias y dificultades: falta de papel, tinta, luego impresoras, fotocopiadoras y sus insumos; escasa iluminación, problemas de climatización, de transporte, que hicieron habitual el no cumplimiento de los tiempos de grabación.
Sin embargo, se siguió produciendo. ¿Cómo? Haciendo sacrificios. De los pasos ineludibles para realizar un dramatizado radial, se sacrificó el ensayo al micrófono. En aquellos años la experiencia suplió la carencia. Casi 20 años después quedan muy pocos de los que trabajaron en vivo y se forjaron en el rigor que exigía aquella disciplina, quedan pocos de los que ensayaron al micrófono día tras día durante toda su carrera.
Hoy, una oleada de artistas y técnicos jóvenes son una la realidad en nuestras emisoras, relevo lógico, dialéctico. Salvo algunos casos, cada vez más raros, no ensayan al micrófono. El tiempo de ensayo se dedica a reescribir el guión debido a la mala calidad de las copias, a que empezó la lectura 15 ó 20 minutos después de lo establecido, y también existe el punto de vista de varios directores que afirman que el ensayo al micrófono no es necesario y prefieren realizar todo el ensayo en mesa.
Durante los últimos Festivales Nacionales de la Radio y los Caracol de la UNEAC, donde concursa, supuestamente, lo mejor de la producción radial del país, llama la atención una importante merma en la calidad de los programas dramatizados incluyendo las emisoras de mayor tradición y oficio. Se hacen comunes los desniveles en las grabaciones, las deficiencias en la realización de efectos manuales, la improvisación en actuaciones y sobre todo en la interpretación del texto dramático. Causas múltiples: la calidad de los guiones, la calidad el personal artístico y técnico, y otras, entre ellas, la falta de ensayo al micrófono.
Si bien no se han solucionado todos los problemas y carencias, que provocaron este declive en la calidad de la producción dramatizada, debemos tener en cuenta, con ánimos de revertir esta situación y salvar lo que pueda ser salvado, que en el ensayo al micrófono es donde se concreta lo orientado por el director en la lectura en mesa, es donde se aquilata el la obra proyectada. Para efectista, grabador y musicalizador es donde se ajustan los niveles, donde se confirma la efectividad de lo preparado. En el caso de los actores quiero hacer un aparte: Un actor-actriz, como mínimo, hace una lectura parcial del guión durante el “ensayo general” en mesa.
Durante el ensayo al micrófono no sólo hace una prueba de lo que será su representación, aquí inciden otros factores, es una segunda lectura, léase un segundo análisis, segundo acercamiento al texto dramático, inmersión en situación y personaje, es concentración en la labor que está realizando. Por mucho que el director(a) oriente, en esta segunda lectura el actor-actriz comienza a aislarse de su entorno mundano, relegar el personaje que interpretó hace unos minutos en otro estudio o en ese mismo, y sumirse en una nueva situación, personaje, características, matices. Para luego dotar a la grabación de la lógica dramatúrgica que requiere la obra en cuestión.
Los culpables: no es mi intención enjuiciar, ni criticar en este momento el trabajo de las personas implicadas en que se exija el “ensayo al micrófono”. Se deben solucionar primero buena parte de los problemas que generaron su desaparición. A directores de emisoras, jefes de programación, directores de programas, comisiones de calidad y consejos artísticos, les toca abogar por esto. Tienen la ley a su favor, dentro de los tiempos de grabación del programa está el ensayo al micrófono, por hacerlo se nos paga, por lo tanto es una indisciplina no hacerlo.
Porque es de disciplina laboral, en esencia, de lo que estoy hablando cuando se obvia el ensayo al micrófono, de disciplina y de falta de rigor artístico cuando se violenta un paso fundamental en la interpretación del texto dramático, esencia de todas las especialidades que concurren en la realización del dramatizado radial.
(Presentado en el 31. Festival Nacional de la Radio, 21 de mayo 2009, Edificio MINAZ)
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