lunes, 30 de junio de 2008

LA DIVERSIDAD SEXUAL y LOS MEDIOS (12) “Todavía están explotando demasiado lo grotesco”

Un bombardeo homosexual?

…. Vamos a partir del reconocimiento de que los medios son transmisores de cultura, transmisores de formas de de ser y hacer, porque incorporamos muchos patrones de conducta.

En este momento me parece que hay un “bombardeo homosexual”, que no hay equilibrio entre la propuesta que te están haciendo, entre lo heterosexual y la sexualidad homosexual. ¿Entonces de que diversidad me estás hablando?

Yo no veo tal diversidad, porque tú lo que me estás diciendo es que la homosexualidad es buena… y no es que sea mala. La homosexualidad no es buena ni mala, sencillamente es una variante, una alternativa; pero tú me estás diciendo que la homosexualidad es la buena práctica, es la práctica que debemos seguir y aceptar, tal vez no explícitamente, pero sí implícitamente; y si yo lo asumo como tal, entonces lo puedo incorporar perfectamente a mi sistema de regulación y hay una inducción de esta conducta sexual… ¿donde está el contrapeso?

¿Por cuantos spot que promueven la aceptación, (y si hablamos de que son medios de propagación de cultura, promueven la aceptación y el comportamiento homosexual…) podemos encontrar lo contrario, la aceptación y el comportamiento de conductas heterosexuales?

Estoy hablando de los spot de última creación, de los que están en el boom en estos momentos.

Amor entre mujeres

Sobre el tema del lesbianismo, no es tanto que sea más rechazado que el masculino. Partimos de un principio conceptual: es homosexualismo igual, el masculino y el femenino. Unos le dicen un nombre peyorativo, y otros tal vez uno menos peyorativo, más considerado al sexo femenino.

Como condicionamiento de una sociedad machista, a los hombres los podemos tratar más duro que a las mujeres, aun cuando sean mujeres que se conduzcan supuestamente “como hombres”. Tal vez es que esté más reprimido por un enfoque de género.

Cuba sigue siendo esencialmente una sociedad machista y patriarcal, aún con todos los cambios propiciados por la Revolución, y por el propio desarrollo del mundo...

Partiendo de este mismo concepto, los hombres son más activos y de más fuerza en los cambios sociales, y “aunque yo sea homosexual” sigo siendo hombre y gozando de los privilegio de esa condición”; y “aunque yo sea lesbiana”, soy mujer y sigo sufriendo las carencias que se le atribuyen a mi sexo. Por eso la forma de expresión, no se acepta igual ni se maneja igual.

A mi no me parece que el lesbianismo sea considerado como más escandaloso, desde lo social, sino que es menos ostentoso públicamente. ¿Por cuántos homosexuales hombres que tú ves, que públicamente ostentan su condición de homosexual... se encuentran la misma cantidad de mujeres que lo hacen? Ellas están más tranquilas. Y entonces se hacen menos familiarizaciones, la gente se extraña… para los medios y para la sociedad son más “invisibles”.

Por una que se sienta con las piernas abiertas, se suba el pantalón, y se pone las manos entre las piernas… hay cincuenta que se ponen faldas, se arreglan, se maquillan… y son lesbianas.

La imagen en la televisión


Comencé hablando de los spot, porque me parece que es lo que más en crisis se encuentra.

En las novelas, yo veo un elemento un poco más favorable, por supuesto, es que el medio lo permite profundizar en los aspectos sentimentales; pero definitivamente creo que todavía están explotando demasiado lo grotesco, que todavía están rozando lo increíble.

Mira, sobre la novela cubana (Polvo en el viento)… es increíble pensar en el personaje que, después que la mujer lo cogió con otro hombre, él quiera volver con ella como si no hubiera pasado nada, diciendo que fue “cosa de una noche”…

En nuestra sociedad y nuestra cultura, en mi experiencia clínica, jamás he visto ni le he escuchado a los demás algo semejante; ni lo he visto en mi experiencia humana… Me parece muy poco creíble, muy poco manejable… sí he visto que una mujer que sospeche la condición sexual de su marido, pero no lo asegura, no lo confirma, conviva con eso.

Esto de “cortarse las venas” [declaración del personaje presumiblemente bisexual de esta novela, ante el abandono de su esposa] y hacer toda una historia histérica, histriónica, es muy desacertado. Es una promoción de patrones sexuales nocivos, ya que estamos viendo al homosexual que se empastilló por no aceptar su homosexualidad. Y no creo que una persona se empastille por su homosexualidad, si no que lo hace porque no sabe manejarla.

Si vamos a hacer un analogía, eso de la representación homosexual masculina con conductas femeninas, también estás dando un mensaje, que esas son cosas de mujeres, otro mensaje nocivo…

En el caso de la novela anterior (La cara oculta de la Luna), la historia trata de un hombre que después de una relación con su esposa de muchos años, la abandona por un hombre. No digo que no pueda suceder, pero no es la norma.

Un hombre que mantenga treinta o cuarenta años de una orientación sexual, y aún cuando cabe la posibilidad de que haya una tendencia latente, se enfrenta a esa tendencia y huye como el cristiano que vio el diablo, porque median todos esos años. Y menos con un homosexual escandaloso, porque si tal vez lo hubiesen manejado de manera más sutil y creíble… tal vez al estilo de la película Brokeback Mountain.

Un macho constructor con su mujer y su hijo… encontrarse con este homosexual expansivo y dejarlo todo atrás, eso es mentira…

Por eso creo que se están manejando personajes increíbles…

Carlos (sicólogo)

1 comentario:

Reinaldo Cedeño Pineda (EL POLEMISTA) dijo...

PASO a COLOCAR este comentario que me ha llegado............

"He seguido las opiniones con respecto a la representación dramática de un fenómeno universal y antiguo: la homosexualidad.

Aunque pudiéramos disertar acerca de los orígenes, las causas y otros aspectos; creo que me alejaría de la esencia y estaría en la misma posición de los que continúan viviendo en el temor, o peor, en el repudio.

Si bien es cierto que, de un tiempo a esta parte, la homosexualidad se ha vuelto tema recurrente en nuestra pantalla; también lo es el hecho de que cambiar la forma de pensar, aunque sea sólo para instar al respeto, requiere de persistencia.

Todo inicio de campaña, del tipo que fuere, se caracteriza por la presentación de todos los elementos necesarios, a fin de lograr el objetivo que se persigue.

Para esclarecer un poco más las ideas quisiera hacer referencia al último artículo que pude leer. Lo primero es la calificación de la campaña audiovisual de apoyo a la diversidad como un bombardeo homosexual.

Como único comentario al respecto, me surge una pregunta: ¿entonces todos estos años hemos vivido un bombardeo heterosexual? Todo el que desee puede comentar, para mí con que piensen en ello, basta.

En otra parte, el redactor admite que le es imposible ver la diversidad, en su lugar percibe una glorificación de la homosexualidad y la incitación no sólo a la anuencia sino a la práctica.

Establecer diferencias requiere de más de un elemento, conocimientos acerca de las características de esos elementos o fenómenos y ver más allá; buscar además las semejanzas, que siempre existen, aunque no parezca.

Sin pretender invadir una especialidad tan admirable y digna de respeto como la psicología, me resulta increíble pensar que los mensajes audiovisuales que apoyan la campaña, modifiquen la preferencia sexual de cualquier individuo.

Quizás inste a los que permanecen aferrados al manto de la negación y el miedo; pero difícilmente lo haga con los que se han reafirmado como heterosexuales.

Es posible, además que el temor a lo diferente le impida a algunos llegar al final de los spot, donde se específica: Respeta la diferencia. Más claro, imposible.

Lo mismo sucede con los spot. No recuerdo que en los mensajes educativos para la prevención del VIH Sida, aun cuando se identificaba a los hombres que tienen sexo con otros hombres, como el grupo de mayor incidencia en la transmisión de la enfermedad; se representara a este grupo ni mucho menos a dos mujeres.

Igualmente me resulta difícil entender el reclamo de spot que promuevan la aceptación y el comportamiento heterosexual, en una sociedad que por años ha sido eminentemente heterosexual y machista; donde solo se alentaban los patrones antes mencionados.

Todavía falta mucho por andar, sobre todo porque para que la diversidad sea la norma, hay que identificar, entender y respetar todo lo que hace al mundo diverso, tal vez de la misma forma en que lo hacemos con la naturaleza.

Lo que no ve la TV

Un buen amigo siempre dice, en encuentros casi literarios, y quizás como preámbulo para sus fantásticas creaciones; que la realidad supera la ficción. Tal vez por eso y por experiencia, poco queda que pueda sorprender a este redactor.

Sobre el tema de la concepción de los personajes homosexuales en los espacios dramatizados, (Los otros no se ajustan al tema, pero bien se merecen un aparte) sólo me surgen interrogantes.

¿En algún momento aparecerá en pantalla una trama lésbica? ¿Podrán verse representados acaso los gay de modestos recursos? ¿Habrá espacio para los que, sin descuidar sus intereses filiales y su atención a las amistades, se dediquen a la resolución de sus propios conflictos?

Si bien se ha podido apreciar un marcado interés en los medios por representar la cotidianidad, también es cierto que se obvian o, peor, se simplifican temas, que por su incidencia social, ameritan un tratamiento más ético y sutil.

Podría agregarse creíble, que se ajusta a lo que necesitan ser la mayoría de los personajes en nuestros dramatizados; sobre todo en el apartado de Telenovela.

La perfección es imposible, y quizás sea este un aspecto a tener en cuenta a la hora de crear un personaje con una preferencia sexual homo, sin especificar si es hombre o mujer.

En nuestras pantallas los patrones están establecidos: el gay es “buena gente”, como valoró Keila, en la telenovela de turno, a su paciente y confesor (gay): cuentapropista, con una situación económica que aparentemente está por encima del promedio; dedicado al cuidado de su anciana abuela y, tras el deceso de la venerable anciana, al de la doctora del consultorio médico.

En el lado opuesto está el gay confundido que, durante los capítulos que tenga el dramatizado, no sabe si lo es y que al final de la misma… tampoco. Por supuesto en esta búsqueda arrasa con todo a su paso, léase: trabajo, familia, relaciones interpersonales.

En tal sentido la moraleja es mejor calificarla como lamentable, ya que semejante situación hace a los gay sinónimo de holocausto.

Del tema lésbico debo admitir que nada puedo alegar, ya que al igual que en Inglaterra, (donde por decreto ley no existía la homosexualidad femenina) en nuestro país no existen lesbianas. O simplemente los escritores al igual que yo no saben que exponer.

Nadie dice que sea sencillo y se comprende que para caracterizar hay que conocer o interactuar con el fenómeno en cuestión, pero pienso que si daño hace ignorar, más daña distorsionar o esquematizar cualquier patrón.

No creo que se trate de vender una opción sexual, más bien es un llamado a la consideración, a la convivencia, a la tolerancia, al respeto".

Alexander Rodríguez