lunes, 30 de junio de 2008
La DIVERSIDAD SEXUAL y LOS MEDIOS (13) “Si daño hace ignorar, más daña distorsionar o esquematizar cualquier patrón"
Un bombardeo heterosexual?
He seguido las opiniones con respecto a la representación dramática de un fenómeno universal y antiguo: la homosexualidad.
Aunque pudiéramos disertar acerca de los orígenes, las causas y otros aspectos; creo que me alejaría de la esencia y estaría en la misma posición de los que continúan viviendo en el temor, o peor, en el repudio.
Si bien es cierto que, de un tiempo a esta parte, la homosexualidad se ha vuelto tema recurrente en nuestra pantalla; también lo es el hecho de que cambiar la forma de pensar, aunque sea sólo para instar al respeto, requiere de persistencia.
Todo inicio de campaña, del tipo que fuere, se caracteriza por la presentación de todos los elementos necesarios, a fin de lograr el objetivo que se persigue.
Para esclarecer un poco más las ideas quisiera hacer referencia al último artículo que pude leer. Lo primero es la calificación de la campaña audiovisual de apoyo a la diversidad como un bombardeo homosexual.
Como único comentario al respecto, me surge una pregunta: ¿entonces todos estos años hemos vivido un bombardeo heterosexual? Todo el que desee puede comentar, para mí con que piensen en ello, basta.
En otra parte, el redactor admite que le es imposible ver la diversidad, en su lugar percibe una glorificación de la homosexualidad y la incitación no sólo a la anuencia sino a la práctica.
Establecer diferencias requiere de más de un elemento, conocimientos acerca de las características de esos elementos o fenómenos y ver más allá; buscar además las semejanzas, que siempre existen, aunque no parezca.
Sin pretender invadir una especialidad tan admirable y digna de respeto como la psicología, me resulta increíble pensar que los mensajes audiovisuales que apoyan la campaña, modifiquen la preferencia sexual de cualquier individuo.
Quizás inste a los que permanecen aferrados al manto de la negación y el miedo; pero difícilmente lo haga con los que se han reafirmado como heterosexuales.
Es posible, además que el temor a lo diferente le impida a algunos llegar al final de los spot, donde se específica: Respeta la diferencia. Más claro, imposible.
Lo mismo sucede con los spot. No recuerdo que en los mensajes educativos para la prevención del VIH Sida, aun cuando se identificaba a los hombres que tienen sexo con otros hombres, como el grupo de mayor incidencia en la transmisión de la enfermedad; se representara a este grupo ni mucho menos a dos mujeres.
Igualmente me resulta difícil entender el reclamo de spot que promuevan la aceptación y el comportamiento heterosexual, en una sociedad que por años ha sido eminentemente heterosexual y machista; donde solo se alentaban los patrones antes mencionados.
Todavía falta mucho por andar, sobre todo porque para que la diversidad sea la norma, hay que identificar, entender y respetar todo lo que hace al mundo diverso, tal vez de la misma forma en que lo hacemos con la naturaleza.
Lo que no ve la TV
Un buen amigo siempre dice, en encuentros casi literarios, y quizás como preámbulo para sus fantásticas creaciones; que la realidad supera la ficción. Tal vez por eso y por experiencia, poco queda que pueda sorprender a este redactor.
Sobre el tema de la concepción de los personajes homosexuales en los espacios dramatizados, (Los otros no se ajustan al tema, pero bien se merecen un aparte) sólo me surgen interrogantes.
¿En algún momento aparecerá en pantalla una trama lésbica? ¿Podrán verse representados acaso los gay de modestos recursos? ¿Habrá espacio para los que, sin descuidar sus intereses filiales y su atención a las amistades, se dediquen a la resolución de sus propios conflictos?
Si bien se ha podido apreciar un marcado interés en los medios por representar la cotidianidad, también es cierto que se obvian o, peor, se simplifican temas, que por su incidencia social, ameritan un tratamiento más ético y sutil.
Podría agregarse creíble, que se ajusta a lo que necesitan ser la mayoría de los personajes en nuestros dramatizados; sobre todo en el apartado de Telenovela.
La perfección es imposible, y quizás sea este un aspecto a tener en cuenta a la hora de crear un personaje con una preferencia sexual homo, sin especificar si es hombre o mujer.
En nuestras pantallas los patrones están establecidos: el gay es “buena gente”, como valoró Keila, en la telenovela de turno, a su paciente y confesor (gay): cuentapropista, con una situación económica que aparentemente está por encima del promedio; dedicado al cuidado de su anciana abuela y, tras el deceso de la venerable anciana, al de la doctora del consultorio médico.
En el lado opuesto está el gay confundido que, durante los capítulos que tenga el dramatizado, no sabe si lo es y que al final de la misma… tampoco. Por supuesto en esta búsqueda arrasa con todo a su paso, léase: trabajo, familia, relaciones interpersonales.
En tal sentido la moraleja es mejor calificarla como lamentable, ya que semejante situación hace a los gay sinónimo de holocausto.
Del tema lésbico debo admitir que nada puedo alegar, ya que al igual que en Inglaterra, (donde por decreto ley no existía la homosexualidad femenina) en nuestro país no existen lesbianas. O simplemente los escritores al igual que yo no saben que exponer.
Nadie dice que sea sencillo y se comprende que para caracterizar hay que conocer o interactuar con el fenómeno en cuestión, pero pienso que si daño hace ignorar, más daña distorsionar o esquematizar cualquier patrón.
No creo que se trate de vender una opción sexual, más bien es un llamado a la consideración, a la convivencia, a la tolerancia, al respeto.
Alexander Rodríguez
He seguido las opiniones con respecto a la representación dramática de un fenómeno universal y antiguo: la homosexualidad.
Aunque pudiéramos disertar acerca de los orígenes, las causas y otros aspectos; creo que me alejaría de la esencia y estaría en la misma posición de los que continúan viviendo en el temor, o peor, en el repudio.
Si bien es cierto que, de un tiempo a esta parte, la homosexualidad se ha vuelto tema recurrente en nuestra pantalla; también lo es el hecho de que cambiar la forma de pensar, aunque sea sólo para instar al respeto, requiere de persistencia.
Todo inicio de campaña, del tipo que fuere, se caracteriza por la presentación de todos los elementos necesarios, a fin de lograr el objetivo que se persigue.
Para esclarecer un poco más las ideas quisiera hacer referencia al último artículo que pude leer. Lo primero es la calificación de la campaña audiovisual de apoyo a la diversidad como un bombardeo homosexual.
Como único comentario al respecto, me surge una pregunta: ¿entonces todos estos años hemos vivido un bombardeo heterosexual? Todo el que desee puede comentar, para mí con que piensen en ello, basta.
En otra parte, el redactor admite que le es imposible ver la diversidad, en su lugar percibe una glorificación de la homosexualidad y la incitación no sólo a la anuencia sino a la práctica.
Establecer diferencias requiere de más de un elemento, conocimientos acerca de las características de esos elementos o fenómenos y ver más allá; buscar además las semejanzas, que siempre existen, aunque no parezca.
Sin pretender invadir una especialidad tan admirable y digna de respeto como la psicología, me resulta increíble pensar que los mensajes audiovisuales que apoyan la campaña, modifiquen la preferencia sexual de cualquier individuo.
Quizás inste a los que permanecen aferrados al manto de la negación y el miedo; pero difícilmente lo haga con los que se han reafirmado como heterosexuales.
Es posible, además que el temor a lo diferente le impida a algunos llegar al final de los spot, donde se específica: Respeta la diferencia. Más claro, imposible.
Lo mismo sucede con los spot. No recuerdo que en los mensajes educativos para la prevención del VIH Sida, aun cuando se identificaba a los hombres que tienen sexo con otros hombres, como el grupo de mayor incidencia en la transmisión de la enfermedad; se representara a este grupo ni mucho menos a dos mujeres.
Igualmente me resulta difícil entender el reclamo de spot que promuevan la aceptación y el comportamiento heterosexual, en una sociedad que por años ha sido eminentemente heterosexual y machista; donde solo se alentaban los patrones antes mencionados.
Todavía falta mucho por andar, sobre todo porque para que la diversidad sea la norma, hay que identificar, entender y respetar todo lo que hace al mundo diverso, tal vez de la misma forma en que lo hacemos con la naturaleza.
Lo que no ve la TV
Un buen amigo siempre dice, en encuentros casi literarios, y quizás como preámbulo para sus fantásticas creaciones; que la realidad supera la ficción. Tal vez por eso y por experiencia, poco queda que pueda sorprender a este redactor.
Sobre el tema de la concepción de los personajes homosexuales en los espacios dramatizados, (Los otros no se ajustan al tema, pero bien se merecen un aparte) sólo me surgen interrogantes.
¿En algún momento aparecerá en pantalla una trama lésbica? ¿Podrán verse representados acaso los gay de modestos recursos? ¿Habrá espacio para los que, sin descuidar sus intereses filiales y su atención a las amistades, se dediquen a la resolución de sus propios conflictos?
Si bien se ha podido apreciar un marcado interés en los medios por representar la cotidianidad, también es cierto que se obvian o, peor, se simplifican temas, que por su incidencia social, ameritan un tratamiento más ético y sutil.
Podría agregarse creíble, que se ajusta a lo que necesitan ser la mayoría de los personajes en nuestros dramatizados; sobre todo en el apartado de Telenovela.
La perfección es imposible, y quizás sea este un aspecto a tener en cuenta a la hora de crear un personaje con una preferencia sexual homo, sin especificar si es hombre o mujer.
En nuestras pantallas los patrones están establecidos: el gay es “buena gente”, como valoró Keila, en la telenovela de turno, a su paciente y confesor (gay): cuentapropista, con una situación económica que aparentemente está por encima del promedio; dedicado al cuidado de su anciana abuela y, tras el deceso de la venerable anciana, al de la doctora del consultorio médico.
En el lado opuesto está el gay confundido que, durante los capítulos que tenga el dramatizado, no sabe si lo es y que al final de la misma… tampoco. Por supuesto en esta búsqueda arrasa con todo a su paso, léase: trabajo, familia, relaciones interpersonales.
En tal sentido la moraleja es mejor calificarla como lamentable, ya que semejante situación hace a los gay sinónimo de holocausto.
Del tema lésbico debo admitir que nada puedo alegar, ya que al igual que en Inglaterra, (donde por decreto ley no existía la homosexualidad femenina) en nuestro país no existen lesbianas. O simplemente los escritores al igual que yo no saben que exponer.
Nadie dice que sea sencillo y se comprende que para caracterizar hay que conocer o interactuar con el fenómeno en cuestión, pero pienso que si daño hace ignorar, más daña distorsionar o esquematizar cualquier patrón.
No creo que se trate de vender una opción sexual, más bien es un llamado a la consideración, a la convivencia, a la tolerancia, al respeto.
Alexander Rodríguez
Etiquetas:
lesbianismo,
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