♣ Como marcó su existencia el libro: La casa de tu vida, de Lorenzo Lunar
sábado, 21 de septiembre de 2013
Sobre LA CASA DE TU VIDA: Félix Manuel González Pérez // Finalista del Segundo Concurso Caridad Pineda n Memoriam de Promoción de la Lectura
♣ Como marcó su existencia el libro: La casa de tu vida, de Lorenzo Lunar
Siempre he creído en
aquel antiguo mito chino sobre el lazo rojo del destino. Dice que los dioses
han amarrado un hilo rojo alrededor de nuestros tobillos y lo han atado a todas
las personas cuyas vidas estamos destinados a tocar. Este hilo se puede enredar
o estirar, incluso puede procurar vueltas inesperadas, pero nunca podrá
romperse. Tal vez respondiendo al simple patrón de la casualidad fue que llegó
a mis manos La casa de tu vida y pude conocer al
escritor villaclareño Lorenzo Lunar, pero prefiero creer que por alguna extraña
coincidencia estaba destinado a encontrarlo. Lo cierto es que su lectura tuvo
un impacto considerable en mí, y cambió para siempre mi criterio acerca de la
literatura cubana contemporánea.
La prosa de nuestro país en la actualidad
está caracterizada por un marcado desencanto con la realidad. En la mayoría de
las obras un patrón es recurrente: el indisoluble conflicto entre la “gloria”
de antaño y la “ruina” de la actualidad, entre el progreso y la decadencia,
entre la riqueza y el desastre. Los personajes se encuentran en conflicto con
la realidad en la que viven y es precisamente esta desilusión la que les
transmite la fuerza para llevar a cabo grandes hazañas. La casa de tu vida narra la historia de un hombre que ve pasar su vida sin
lograr el sueño por el que había tenido que sacrificar las cosas más
importantes de su existencia: una casa. Un hombre que pasa toda su juventud y
adultez trabajando en una microbrigada con la esperanza de recibir un hogar al
final de la jornada. Un cubano que vive con sus dos hijos, su mujer y sus
suegros enfermos. Un hombre que tuvo que renunciar a los estudios para
apuntarse a la construcción, y conformarse con los cursos dirigidos en una
especialidad que ni siquiera le agradaba. Un hombre al que su trabajo no le
aportó nada excepto “sacrolumbalgia
por dar pico y pala en la construcción de edificios y miopía por estudiar
tantas noches para hacerte ingeniero”. Pero por
sobre todas las cosas, un hombre que no ha perdido la esperanza, puesto que es
lo único que lo mantiene vivo.
Este hombre, que puede ser cualquiera, pero
que no lo es, se da cuenta de que su vejez ha llegado implacablemente y decide
suscribirse al mundo de la literatura para comenzar a escribir. Este singular
giro en la historia es utilizado por Lunar para destacar el papel de la
literatura en la vida humana o al menos en su vida. “Escribir es una
excelente manera de enajenarte. Crear otras vidas, otros mundos. La literatura
no puede cambiar el mundo, pero sí puede cambiar tu mundo”.
Resulta paradójico que
los personajes luchen incansablemente por tener una casa cuando no tienen, ni
han tenido nunca, un hogar. Los personajes se encuentran en conflicto con su
realidad y piensan que la solución a sus problemas vendría con la adquisición
de un inmueble, cuando en verdad sus vidas están plagadas de dificultades que
trascienden el entorno material, para ubicarse en el plano íntimo, en el plano
espiritual. En el problema de la vivienda se encuentra el argumento central de
la obra, cargada de escenas que en ocasiones resultan risibles y en otras
envuelven al lector en una tristeza inconsolable, en la medida en que este sea
capaz de verse representado en ella. Y es que sentirse ajeno a la trama resulta
casi imposible, puesto que Lunar mediante una prosa sencilla, cargada de
metáforas vívidas, breves oraciones, frases, palabras claves, preguntas,
recuerdos y anhelos que reaparecen una y otra vez, logra una complicidad
indiscutible con el lector. Complicidad lograda mediante una provocación
descarnada desde el momento en que se lee el título. Lorenzo Lunar cuando habla
de La casa
de tu vida traslada el sentido de pertenencia de la situación al
lector, que indefenso tiene que aceptar el reto y comenzar a leer la obra desde
la perspectiva de sus personajes.
A lo largo de la novela
el lector es provocado por el autor. Utiliza frases como tu
vieja que fue casamentera, tu padre
puso el pecho, las llagas en tus manos y Mariana te toca, cuando se
posiciona en el lugar del personaje principal. El autor habla con el lector y
con el personaje principal de la obra simultáneamente. Así mismo sucede cuando
narra las distintas historias. El lector se convierte entonces en una especie
de fantasma móvil que debe trasladarse de un cuerpo a otro a medida que avanza
la lectura, para al final acabar sufriendo como los personajes, llorando como
ellos, pensando como ellos, siendo ellos. Esta complicidad hace de La casa de tu vida un libro interesante, divertido y cautivador, por cuanto
apuesta por un lector activo que responda de alguna manera ante los constantes
estímulos que les presenta el escritor de la obra, con singular maestría. Se
presencian constantes y violentos saltos histórico-temporales. Los personajes y
las situaciones varían continuamente para demostrar la ascensión en el tiempo y
el transcurso de los años, así como el cambio en los escenarios. Con la utilización
de este recurso se eslabona la historia, a la vez que se articula un discurso
crítico que pone en tela de juicio la vida en la sociedad contemporánea cubana.
Discurso que corrobora la presencia de la dicotomía entre la gloria y la ruina.
La repetición de frases
reafirma los mensajes que Lorenzo busca transmitir, así como los estados de
ánimo de los personajes. Las preguntas retóricas seguidas de la respuesta
conocida de antemano impacientan al lector que sufre todas y cada una de las
situaciones representadas. Hay que tener paciencia que todo llega,
decía Consuelito Vidal por la televisión… Paciencia, mucha paciencia, era el
lema de Chan Li Po, el detective chino de las aventuras de radio… Con paciencia
y con saliva el elefante se la metió a la hormiga… Estas frases hacen de La casa de tu vida una novela donde una serie de personajes reafirman que la
vida no es solo una condición fisiológica, sino también una condición
espiritual. Sus personajes parecen estar muertos en plena vida, un halo de
melancolía y tristeza los rodea y son consumidos por la rutina. La mujer de la
casa está prisionera de ella, carga con todas las enfermedades y las desgracias
de su familia y la de su marido. El hombre de la casa se resigna a vivir con
una mujer que ya no ama por tradición y desde su vejez observa como los mejores
momentos de su vida ya se marcharon hace tiempo. La casa de tu vida es también la historia de cuando el amor se vuelve una
responsabilidad.
(Lorenzo Lunar, el
carismático autor)
Algo característico de
la novela es el cuestionamiento constante de las situaciones por parte de los
personajes, que buscan infatigablemente las respuestas a los “por qué”, los
“cómo” y los “dónde”, aspecto que le da a la novela un fuerte matiz trágico y
meditabundo. A la vez que los personajes se cuestionan su existencia, el lector
puede reflexionar sobre sucesos que en la vida real pasa por alto, por lo que
estas preguntas se convierten en interrogantes colectivas, en sentimientos
compartidos, en experiencias encontradas. Esta característica hace de La
casa de tu vida una novela regularmente interactiva. Incluso, por
instantes parece que son los momentos más dolorosos, los más tristes, aquellos
que más les enseñan, que más los redimen, que más los ayudan, una suerte de “lo
que no te mata te hace más fuerte”, aunque algunos puedan tachar al autor de
pesimista. Alguien dijo una vez con excepcional maestría que el pesimista es un
optimista bien informado. Y es que en este mundo todo es un problema de
perspectivas, una especie de reafirmación social de la ley de la relatividad de
Einstein. Lo que para algunos representa un infortunio, para otros es un júbilo
inigualable. Lo que algunos desean desenfrenadamente, es rechazado
inexplicablemente por otros. Lo que resulta sagrado para unos, es profanado por
otros sin el más minúsculo de los remordimientos.
El humor está presente
también en los momentos en que se introducen parlamentos que hablan del
sincretismo religioso en Cuba. Los conocimientos de “gurús” de todas las
religiones confluyen en la obra para brindar remedios y consejos a los
personajes. La colocación de vasos de agua debajo de las camas, los rezos a
diferentes dioses, el humo de tabaco, los alcoholes vertidos en el suelo como
ofrendas a los difuntos, y las cruces redentoras dibujadas en el pecho de la
madre del personaje principal luego de pedir alojamiento en el reino de los
cielos a su dios crucificado, son ejemplos de los procesos de simbiosis que han
sufrido las diferentes religiones a lo largo de la historia cubana. Por esta
razón La casa de tu vida no solo representa un documento para la simple
satisfacción de las necesidades lúdicas del lector, sino que página tras página
se consagra como manifiesto indiscutible de la cultura y la nacionalidad
cubanas. A través de su lectura, aquel que haya nacido en la isla se sentirá
representado, y el que no, podrá conocer el curioso entramado de relaciones
sociales, prácticas comunicativas, satisfacciones e insatisfacciones, ilusiones
y arrepentimientos de un puñado de personajes que salen de los marcos de la
novela para convertirse en entes legítimos de la realidad cubana.
Tal vez después de
haber leído este libro mi vida cambió, a al menos lo hizo mi visión del mundo.
Puede incluso que este trabajo motive a otras personas a leer la novela y
sentir el auténtico placer de haber invertido el tiempo en una lectura
provechosa. Lo cierto es que quien lee la obra corre el riesgo de que La casa de tu vida se convierta en la novela de su vida.
De algo sí estoy
convencido: cuando finalizas su lectura, como por arte de magia tres frases
aparecen en tu mente: La casa de tu vida deLorenzo
Lunar.
¡Bravo!
NOTA: Este trabajo también ganó
el premio de la Editorial Oriente
.
TODOS Los premios,
menciones y finalistas
Leer GRAN PREMIO Memorias
de Noé de José Orpí
Leer PREMIO TERCERA EDAD
Siempre corazón de Raúl Simón Lauzán
Leer Premio AUTOR NOVEL
Somos una nación o no somos nada de Anays Almenares Ávila
Leer MENCIÓN ESPECIAL: Rezo
a los maestros labradores de libros de Rosaida Savigne
Leer MENCIÓN Escaleras a un
cielo demasiado lejos de Rodolfo Tamayo Castellanos
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario