jueves, 26 de septiembre de 2013
FELIZMENTE MISERABLE de Anika Batista Bonachea /FINALISTA Segundo Concurso Caridad Pineda in Memoriam de Promoción de la Lectura
♣ Su vida
fue marcada por el libro Los Miserables de Víctor Hugo
Cuando asomaba un nuevo
siglo, en el año 1998, en un pueblecito con un nombre del que no atañe hablar,
había una niña de 8 años vestida de científica, aguantada en el último madero
de un librero anciano. Solía escalarlo hasta varias veces al día. Adoraba los
libros, incluso cuando no los comprendía a la perfección. Su preferido era el
más grueso y viejo de todos: Los miserables. Miles
de veces lo hojeaban hasta quedarse dormida. Llamémosle Victoria, el femenino
de Víctor.
Al cumplir los doce,
como si el reloj marcara la hora de darle un nuevo matiz a su espíritu, lo
comenzó a leer y quedó alucinada. Entonces releía las mismas páginas una y otra
vez hechizada ante aquellas hojas arrugadas y amarillentas. No hubo mejor
momento para quedar prisionera de esta obra maestra que recordaría para toda la
vida y colmaría su mundo interior de un mar de emociones y visiones
inesperadas, nuevas e imposibles de haber conocido en otro libro.
Con la inocencia de la
edad durante el viaje incomparable al mundo de los miserables, Jean
Valjean llenó un vacio en su alma, el padre
que nunca tuvo, ya no estaría sola otra vez. Sucede que cuando se estrechan
lazos de amor con un personaje este queda en tu corazón. Jean aún está en el
mío. Ciertamente, era un ex convicto,
pero sus acciones por redimirse lo ataron a mí eternamente. Fue Jean quien se
construyó su puesto de alcalde con su reputación, quien salvó al viejo
Fauchelevent de las ruedas de una carreta cuando nadie se aventuró, y quien
creó para sí mismo una vida diferente. Fue Jean quien le prometió a Fantine que
cuidaría de la pequeña Cosette como la hija que no pudo tener intentando
enmendar la responsabilidad de haberla despedido. Monsieur Madeleine-identidad
que adopta Jean para evitar su captura esta vez por haberle robado a Gervasillo por puro hábito-
da un giro en la vida de dos personas, Cosette y la joven que seguía sus pasos
desde las páginas del libro.
Jean se convierte ante
los ojos de la lectora en la representación que toda persona ennoblecida
persigue en el viaje de la vida: ser en cada momento un tanto mejor, aprender a
amarse, aceptarse, ayudarse, tolerarse los unos a los otros, respetar la
importancia de cada palabra, cada gesto, acción, segundo, minuto, hora. -Todo
ser humano se equivoca, eso los ayuda a hacerse grandes como nuestro
protagonista. -concluyó, la joven.
¡Cuánto cariño se profesaron Monsieur Madaleine
y Cosette! Una relación de padre e hija construida sobre un paradigma de afecto
que va más allá de la sangre, que solo entienden los que llevan en sí mismos el
fuego vivo del amor, justo lo que la
lectora necesitaba experimentar.
Victoria se asombró muchísimo
del sacrificio de Fantine por ayudar a su hija, Cosette. Odió a los Thénardier,
una familia de tontos interesados y materialistas, un grupo de inexistencias
inútiles. Vislumbró entonces cuánto haría una madre por sus hijos, y desde
entonces su madre se convirtió en su diosa, en una parte de sí misma y le
profesó un amor sin límites. Descubrió el amor a la pareja. Si, Cosette se
enamoró de Marius, pero Victoria también, este fue su primer amor. Le sudaban
las manos cuando los enamorados se encontraban, tenía que poner pausa en su lectura, pues sentía que a su
corazón le saldrían alas y se iría a volar. Soñaba con Marius, con la sensación
de un beso que sellaba en sus labios una pasión y una felicidad eterna e incomparable.
Releía una y otra vez aquellas cartas escondidas escritas para ella, perdía el
apetito. Un nuevo sentimiento crecía en su interior. Recordaba, con las
mejillas rosadas de rubor, aquella boda sublime donde halló el camino al amor,
supo entonces que en algún momento de su vida tendría que buscar a su amado
Marius fuera de las páginas del libro.
Victoria se sintió agradecida con Marius por ayudarla a conocerse a sí misma y
por hacerle saber el significado que el amor encierra en la vida de los seres
humanos.
Por otra parte, esta
Javert, aquel desgraciado que tanto temía Victoria, aquel que podía privarla de
su nuevo padre para toda la vida por un error de unas piezas minúsculas del
cual se arrepiente y no causo daños mayores. Aprendió entonces que a su
alrededor podían existir personas como Javert, que no creen en el mejoramiento
humano, no son flexibles, y que es necesario estar atenta a sus movimientos o
actuar con inteligencia cuando sea necesario como lo hacía su papá. Aprendió
también que los Javerts pueden ser perdonados. No se puede vivir con odio en el
corazón. El odio es la peor plaga del alma y la contamina, la apaga y nos
convierte en carne viva sin vida alguna o lo que es lo mismo en seres humanos
vacíos.
La lectora quedó
deslumbrada con las referencias históricas detallas que se refieren en ¨Los
miserables¨. Sufrió la batalla de Waterloo como una francesita, admiró y se
contagió del optimismo y el espíritu de grandeza de Napoleón Bonaparte. Se
sintió participe en La
Revolución Francesa de 1789 del tal modo que Victoria ha consultado
diversos libros que revelan :La Revolución Francesa (sus etapas: el Terror,
el Directorio, el golpe de
Brumario), el imperio Napoleónico, la Restauración
con Luis XVIII
y Carlos X
y la Revolución de Julio
que transfirió el poder a Luis Felipe de Orleans. Esto le permitió
comprender mejor la situación histórica en la que el autor recrea sus
personajes y entender el por qué de las actitudes y las ideas de los mismos.
Estudiar la historia de Francia la llevado a estudiar la historia universal,
de modo que leer esta novela la llevado a conocer el mundo, a filosofar en la
historia y en la actualidad. Se siente una Cosette moderna.
Victoria se deleitó además con la magnífica y original
descripción de las alcantarillas de Paris, solemne obra de arte, de inmensa
utilidad y majestuosa invención para un período plagado de enfermedades. Aún
recuerda cuan extenso y dificultoso resultó el trayecto de Jean con Marius
gravemente herido a lo largo de ellas, un laberinto en pleno Paris.
El autor describe con
lujo de detalles cómo el pueblo se levanta contra el General Lamarque y cómo
todos luchan por la revolución. Y allí estaba Marius, al frente del movimiento
revolucionario, dirigiendo las actividades. En especial, recordaba Victoria, la
construcción de las barricadas que eran montañas enormes de piltrafa de todas
las naturalezas, existentes y dudosas; pero el conjunto llegó a adquirir una
auténtica utilidad y devino en una edificación popular digna de ser referida
por el autor en esta obra y de captar la atención del lector. Una barricada, un
reciclaje inteligente al servicio de un pueblo acongojado para defender sus
derechos. -Los ricos nunca tendrán una barricada tan colosal como la de los
pobres, nunca reunirían tanta escoria como los miserables.- afirmó Victoria-
La lectora sufrió
muchísimo la muerte de Jean, cual si le hubieran arrancado un pedazo del
corazón. Su muerte dejó una cicatriz hermosa e inolvidable en él. Con los años
ella decidió darle vida en su espíritu. Jean Valjean no fue al cielo, sino a su
corazón cuando falleció entre las páginas.
Los años han
transcurrido el libro conserva un buen estado. Sus páginas están más
amarillentas, pero no impiden la ojeada de un lector que se aventure en ellas,
todo lo contrario invitan a emprender el viaje que ofrece cada lectura, en este
caso una travesía donde nuestro corazón capta radiaciones inesperadas y
renovadoras.
La pequeña chica ya es
una mujer y su libro favorito sigue en el mismo lugar de siempre, su vida, su
corazón. Ahora lee Los miserables en el idioma en que fue concebido para no enfrentar traducciones
y estar más conectada con la esencia del escritor, siente que está conociendo
un nuevo terreno en él, tal como la primera vez. ¿Será que está enamorada? ¿De Los
miserables? Puede ser.
El presente trabajo también fue galardonado por el Centro de Información-Biblioteca Monseñor Pedro Claro Meurice Estíu de Santiago de Cuba.
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