viernes, 27 de septiembre de 2013
COMO QUISO QUE FUÉSEMOS : Daniel Liens Fariñas / Segundo Concurso Caridad Pineda In Memoriam de Promoción de la Lectura
♣ El presente trabajo versa sobre La Edad de Oro, texto capital de José Martí y mereció
el Premio de la Sociedad Cultural
José Martí, institución invitada al Concurso
Quiso el Apóstol que los niños de América fueran
felices y para ellos escribió, desde EE.UU., una revista, que llamó La Edad de Oro. Y no era el político que
conocemos quien la escribía, quien apuntaba fabulosos cuentos y graciosas y
ligeras poesías, e historias de mucho interés como la de la cuchara y el tenedor o la del Hombre contada por sus casas, o recomendaba edificantes lecturas,
cuadros preciosos y vidas de ilustres figuras, sino el hombre de La Edad de Oro, el amigo
de los niños.
La mayoría de las veces ocurría que, de largo
escribir, apenas le alcanzaban las páginas para publicar lo que había prometido
y se quedaba en deuda para el próximo número. En La última página de cada número daba buenos consejos y explicaba verdades
del alma. Y en A los niños que leen La Edad de Oro, que es como
el prólogo o editorial y, a la vez, dedicatoria, del primer número, expuso con
transparencia su propósito:
conversar
una vez al mes, como buenos amigos, con los caballeros de mañana, y con las
madres de mañana; para contarles a las niñas cuentos lindos con que entretener
a sus visitas y jugar con sus muñecas; y para decirles a los niños lo que deben
saber para ser de veras hombres […] de modo que lo entiendan bien, con palabras
claras y con láminas finas. (1)
Sólo cuatro números (correspondientes a los
meses de julio a octubre de 1889) logró publicar, y nos dice Mirta Aguirre que
fue porque se negó a ceder a las exigencias de propaganda religiosa del editor
financiero de la revista. Martí prefirió –y así le escribió a su querido
Mercado-, antes que “propagar de propósito un credo exclusivo”, abandonar su
noble y útil empresa.
Como bases innatas o apriorísticas del carácter
del Apóstol, Cintio Vitier, uno de los mayores estudiosos de su vida y obra, destaca:
el sentido absoluto de la eticidad, la pasión por la belleza y la vocación
redentora. A partir de estos principios Martí asimiló y encauzó los datos de la
realidad.
Por su parte, la Aguirre señala tres ideas
fundamentales desarrolladas en cada uno de los números de La Edad de Oro, que son: la libertad y la dignidad del ser
humano, la libertad y la dignidad de los pueblos, y la libertad y la dignidad
del pensamiento. Ejemplos claros pueden hallarse en Tres héroes, Las ruinas indias, El Padre las Casas y Un paseo por la
tierra de los anamitas. Aparejada a estas, se encuentra la visión del
‘hombre nuevo’.
Martí enfoca su concepción hacia dos públicos:
el infanto-juvenil y el adulto. Cuando se dirige a los más pequeños, los
visualiza como los ‘caballeros y madres de mañana’. Los incita (o pone a algún
personaje de sus historias como ejemplo) a ejecutar buenas acciones, como un deber; o, por el contrario, les dice que no
deben incurrir en malos hábitos, ni pensar, ni hacer daño a sus semejantes. En A los
niños que leen… a manera de consejo expresa: “[…] el niño ha de trabajar,
de andar, de estudiar, de ser fuerte, de ser hermoso: el niño puede hacerse
hermoso aunque sea feo; un niño bueno, inteligente y aseado es siempre hermoso
[…] (2)
Pero con los adultos es diferente. Él sabía que, en edades tempranas, eran
los padres, abuelos o tíos quienes leerían a los infantes y, pensando en esto, dejó mensajes para los adultos. Los hombres
nuevos también son los que hoy obran mal; pero mañana pueden obrar bien. Un
llamado de conciencia a aquellos sin rumbo. ¿Su arma secreta más poderosa? La
conmoción. Los persigue sin pausa, aguijonea y avergüenza en la dignidad, donde
las fibras son más sensibles, los ataca con verdades irrefutables y ejemplos tiernos,
y cuando los logra tener donde quiere, que es, preguntándose ¿qué puedo hacer?,
entonces como un padre cariñoso abre grande los brazos y les muestra la
solución: siendo buenos, siendo virtuosos.
Nuevo debe ser el hombre y nuevos sus hábitos,
psicología, maneras de sentir y actuar, para la sociedad nueva que, también –y
este era el sueño del Héroe Nacional-, debe erigirse. El ‘hombre nuevo’, ante
todo, debe desligarse –lo que no significa olvidarse- del pasado y del presente
que lo oprimen. Martí lo reflejó no solo en La Edad de Oro, sino en numerosos escritos.
Va uno formándose criterios: amor a la libertad,
identidad nacional y sensibilidad artística, porque en La Edad de Oro Martí también se refiere a la labor del ‘poeta
de ahora’, o sea, del ‘artista nuevo’, cuál es su misión, cuáles son sus
desafíos en los tiempos modernos:
Lo que
ha de hacer el poeta de ahora es aconsejar a los hombres que se quieran bien, y
pintar todo lo hermoso del mundo de manera que se vea en los versos como si
estuviera pintado con colores, y castigar con la poesía, como con un látigo, a
los que quieran quitar a los hombres su libertad, o roben con leyes pícaras el
dinero de los pueblos, o quieran que los hombres de su país les obedezcan como
ovejas y les laman la mano como perros. Los versos no se han de hacer para
decir que se está contento o se está triste, sino para ser útil al mundo. (3)
El ‘hombre nuevo’ defiende, según Aguirre, sus
propias costumbres y tradiciones (modos de ser), su lengua madre, su espíritu
patrio (la independencia y soberanía de su nación) y su cultura. Pero el ‘hombre
nuevo’ también tiene una cultura general integral y un sistema de valores, y en
esta dirección van dirigidas nuestras reflexiones finales.
En al menos un escrito de cada número, el hombre de La Edad de Oro dejó sus
consideraciones sobre el modo de pensar y proceder del ‘hombre nuevo’, ‘hombre
del mañana’ u ‘hombre ideal’, que cada ser humano lleva intrínsecamente, que
aquí resumiremos a fin de caracterizarlo: curioso
(en el mejor sentido de la palabra), porque desea aprender e investigarlo todo;
hábil, o sea, capaz y dispuesto a
cualquier tarea o ejercicio, voluntarioso;
valiente, esforzado en su quehacer; competente,
diestro; inteligente, sensible,
comprensivo; imaginativo, impetuoso; benévolo, solidario; útil,
práctico; honrado, respetuoso; amable, bondadoso; talentoso; paciente; justo; decidido, osado; independiente, autónomo; desinteresado, modesto;
responsable; creador y
revolucionario.
De tales cualidades se desprende el sistema de
valores martiano: honestidad (amor a la verdad y la justicia), humanismo
(amor al ser humano), dignidad (valor inherente al ser humano en cuanto
ser racional, dotado de libertad y poder creador; autonomía), honradez
(fidelidad a la moral y a la ley), altruismo (voluntad desinteresada
hacia otras personas), patriotismo (amor a la patria, orgullo nacional),
responsabilidad (sentido del deber), laboriosidad (amor al
trabajo), solidaridad (colaboración mutua entre las personas), antimperialismo
(radicalización frente a las posiciones expansionistas de algunos países y
reconocimiento de la necesidad unitaria de América Latina) y modestia
(reconocimiento de los defectos y errores e inhibición de las virtudes y logros
propios).
En cuanto a las enseñanzas que rezuman las
composiciones de La Edad de
Oro, vale destacar los resúmenes de historia de la humanidad que hace en
La historia del Hombre contada por sus
casas y La Exposición de París, y particularmente de nuestros
aborígenes americanos en Las ruinas
indias, y del pueblo de Anam (actual Viet Nam) en Un paseo por la tierra de los anamitas; las lecciones morales de Meñique, Cada uno a su oficio, Bebé y el
señor Don Pomposo, Nené traviesa, El camarón encantado, Los zapaticos de rosa,
La muñeca negra y Los dos ruiseñores; las explicaciones filosóficas y
religiosas dadas en La Ilíada de Homero y en Un juego nuevo y otros viejos; las consideraciones acerca del arte
que ofrece en Músicos, poetas y pintores; entre otras, que de abordarlas en
detalle harían crecer estas páginas.
Parafraseando a Vitier: con sus cuentos, versos,
semblanzas y evocaciones, La Edad de
Oro quería ser, nada menos, una narración pedagógica del mundo y una
invitación a mejorarlo. El entrelazamiento de ternura, ética, historia,
imaginación y ciencia en que consiste su argumento, con ser tan precioso, no
sería el milagro que es si no fuera por la gracia de la forma, a la vez
conversacional y escrita de modo indeleble. Desde el primer escrito hasta el
último, el universo se abre para el niño y el adolescente como la granada de la
sabiduría.
Un análisis mucho más profundo merecen las
enseñanzas filosóficas, históricas, morales, de toda índole, así como el
sistema de valores, plasmados en cada uno de los cuentos, poemas y artículos de
La Edad de Oro. Ello, con seguridad, constituirá objeto de
estudio para futuros ensayos que vendrán de mano de interesados más avezados en
el tema. No obstante, sirva el presente como una aproximación más a la obra
martiana, tan necesario como el resto de los que se han hecho, por cuanto la
búsqueda del ‘hombre nuevo’ es aún un asunto pendiente para los que creemos en
un futuro mejor.
NOTAS
1 José Martí: La Edad de Oro,
pp. 5-6.
2. Ídem, p. 5
3. Ídem, pp. 73-74
DEL AUTOR /Daniel Liens Fariñas
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