viernes, 13 de septiembre de 2013
SOMOS UNA NACIÓN o NO SOMOS NADA: Anays Almenares Ávila // Premio AUTOR NOVEL Segundo Concurso Caridad Pineda In Memoriam de Promoción de la Lectura
♣ Como marcó su vida, La breve y maravillosa vida de Óscar Wao, de Junot Díaz.
Soy apenas un jabao que ama el mar,
tuve una sólida educación colonial,
tengo de holandés, de negro, de
inglés en mí,
y no soy nadie, o soy una nación.
Derek
Walcott (1)
I
Ahora, no sé si por la premura o la nostalgia, no
dejo de preguntarme qué hubiera ocurrido si en aquella librería solitaria de
una calle de Santiago de Cuba, en la esquina de un estante poco iluminado, y
casi rozando el suelo, no hubiera visto el único ejemplar que quedaba.
Si no hubiera reparado en su cubierta lúgubre de
letras pequeñas y cartulina blanda, que, quién sabe si por el Pulitzer o si por el vuelo tan
marcadamente latino que encierra, el Fondo Editorial Casa de las Américas
escogió para incluir en su plan de edición del 2009.
O si el profesor de Literatura Latinoamericana no
lo hubiese mencionado en sus primeras clases; o si ese día no hubiera asistido
al aula; o si no me hubieran otorgado la carrera de Periodismo…
Demasiadas posibilidades, y tal vez nunca encontrara
este libro extraño, lleno de fantasía y dictaduras y de ciencia y ficción y
desdicha y de exilios y de miedos…
Quizás nunca conociera a Óscar, ni a Lola, ni a
Belicia, ni a Junior, ni a la
Inca , ni a Abelard; quizás no le temiera al Cuatrero Fracasado (2) o al fukú; quizás no aprendiera un poco más
de La Guerra
de las Galaxias, o de The Fantastic
Four, o de The Lord of the Rings.
Puede que jamás hubiera conocido al «nerd del gheto (3)» que fue Óscar…
Pero lo hice, y en aquella librería de una calle
de Santiago de Cuba, donde la dependienta conversaba entretenida y la luz se
iba haciendo opaca, tomé el grisáceo libro de casi trescientas cincuenta
páginas, lo sumé a otro par que elegí para llevarme a casa también, y quince
pesos más tarde, salía de allí con él en mis brazos, esperando al momento en
que el destino o el fukú resolvieran
presentarme La breve y maravillosa vida
de Óscar Wao, de Junot Díaz.
II
He intentado definir de qué trata la novela. A primera vista parece una historia de
diáspora, de la segunda generación de dominicanos, hijos de emigrados en
Estados Unidos. Parece un compendio de sentimientos encontrados, de añoranza
por la patria vivida o la que describen en los cuentos los antepasados, de
temor al regreso, de complejos por no encajar en una sociedad delimitada por la
falta de límites en la nacionalidad.
Luego se va transformando en un poco de
misticismo, y el fukú y zafa (4) son entonces el hilo conductor
de vidas malditas y a la vez bendecidas que traspasan el umbral del tiempo y de
la realidad. Hombres sin rostro y mangostas parlantes que aparecen cuando los
protagonistas creen que están a punto de morir.
Lo verosímil pasa a ser solo una intuición, y la
duda de si lo que lees pudo o no ocurrir va creciendo, pues cada vez aparenta ser
el relato de una familia dominicana de verdad, y cada vez parece encerrar más
magia entre sus letras.
Otras ocasiones crees que es solo el cuento de
Óscar, un muchacho gordo e introvertido, que no consigue tener una relación ni
sexual ni amorosa, aunque él se enamora con extrema facilidad; o de Lola, su
hermana, la chica atlética y rebelde, que no soporta el control de su madre ni
aun sabiendo de su inminente enfermedad.
O de la
propia madre, Belicia, cuando era joven y vivía en República Dominicana (RD)
con su madre de crianza y solo sentía ganas de escapar de ese lugar; o de la Inca , que había acogido a la
última hija de su primo, el médico famoso que había muerto bajo el mandato de
Trujillo, y la cuidaba como suya; o de
Abelard, el cirujano que en la ruta de escapar a su destino se topó con él; o
de Junior, el watchmen (5), el
vigilante, amigo y narrador.
Mas solo sé que habla de una familia a través de
seis personajes principales, de los cuales cuatro son el foco para contar una
Historia que va más allá de ese linaje, sino que es la historia de un pueblo
entero, de una raíz y de una era.
III
El tema del fukú, que atraviesa el libro de punta a
punta, lleva consigo una significación que navega entre lo sobrenatural y lo
histórico. Es la escusa a las penurias de los dominicanos —o de los latinos en
general; el narrador dice que en otros países de América existen maldiciones
similares—, a los duros momentos que les ha tocado vivir, en su patria o bien
en la diáspora. El fukú es una
especie de condena con la que cargan por generaciones.
Por supuesto, el pueblo dominicano debía sentirse
maldito tras la tiranía de más de treinta años de Rafael Leónidas Trujillo. De 1930 a 1961 el Cuatrero Fracasado se convirtió en la
pesadilla diaria no solo de niños, sino de hombres, mujeres y ancianos de toda
RD. Era de la táctica de infundir miedo para hallar respeto, y, claro está,
sabía muy bien cómo hacerlo. A El Jefe le
gustaban las torturas, aunque entre sus placeres se hallaban además los
asesinatos, las violaciones, el robo desmedido e inconmensurable de TODO, las
persecuciones, las quemas de viviendas —con sus habitantes dentro, obviamente—,
y cosas de corte así medio que violento.
La sola masacre contra miles de haitianos que
bajo su mando se ejecutó en RD valdría para ejemplificar su carácter diabólico.
Luego, como «indemnización», pagó al gobierno vecino treinta pesos por cada
cabeza de haitiano muerto. ¡Manera de quitarse un peso de encima!
Existe la horrible historia de las hermanas
Mirabal, Patria Mercedes, María Argentina y Antonia María, a las que eliminó
por actividades anti-trujillistas, y por las que la Organización de
Naciones Unidas declaró el 25 de noviembre, fecha de sus asesinatos, como Día
Mundial de la No
Violencia contra la
Mujer.
Creo que si hubiera vivido, o mis padres o mis
abuelos, durante alguna de aquellas tres décadas revoltosas, también me hubiera
sentido maldita. Zafa.
El narrador dice que casi todo el mundo conoce a
alguien destrozado por el fukú, del
mismo modo que casi todos sabían de alguien arruinado por Trujillo. Más allá de
la magia, cosas malas sucedían de verdad en RD durante mucho tiempo, y la gente
no se sentía libre ni en sí misma, como sentenciados a cumplir un triste fin.
Mas los años de Rafael Leónidas Trujillo
terminaron, y la gente aún seguía con la sensación de estar tatuada de
desgracia. Tal vez por eso muchos emigraron, puede que en busca de esperanza,
puede que escapando del pasado, puede que inventándose un porvenir diferente
para las generaciones siguientes.
Sin embargo, ni en el exilio lograban evadir al fukú. Esclavos eternos de una maldición,
ya fuera en Estados Unidos o en cualquier otro sitio, los encontraba. Entonces
volvían las penurias y calamidades…
Magia a un lado, la diáspora para un latino,
donde quiera que esté y cualquiera que sea su origen, no es exactamente la
consumación del sueño americano. Los domos (6), como tantos otros, han sufrido
la falta de viviendas, por lo que muchos se han visto obligados a dormir en las
calles o en remolques, o en los perores barrios; han carecido de empleo, y por
tanto, de salario; han vivido la crueldad de ser un indocumentado, un sin
nombre —o sin rostro—, un nadie.
La
emigración no siempre trata bien a sus hijos. Estar en un lugar lejos de casa,
con gente diferente y costumbres diferentes es un reto casi tan duro como
cruzar una frontera o agarrar una lancha y atravesar un estrecho. Ser y estar
alienado en una sociedad que no comprendes, y que ella tampoco te entiende.
De ahí la unión de
exiliados latinoamericanos en comunidades y barrios de Estados Unidos. Supongo
que si van ser marginados de todos modos, pues que sea juntos. Así, se han
reunido en la Florida
(Miami) muchos cubanos, en California y Texas los mejicanos, en New York y New
Jersey puertorriqueños y dominicanos. (7)
Pero unirse en gremios no significa eludir a los
problemas, y tampoco funciona como escudo del fukú. ¿Será casualidad que
el nombre de la maldición me recuerde tanto a la frase fuck you del inglés? ¿O el fukú
no es más que una forma divertida que tiene el universo de mandarnos al demonio
a todos mientras que nos hace pasar un mal rato?
IV
Para mí, que me bebí La breve y
maravillosa vida de Óscar Wao como quien no espera nada, como quien no
conoce ni al autor, ni se ha leído nada sobre la diáspora o las dictaduras
americanas, la novela fue una sorpresa. Se me hizo tan diferente a todo y la
vez tan sencilla y común.
Quizás por el manejo de lenguajes tan coloquiales que rayaban en lo
divertido y satírico, quizás por los referentes a la ciencia y ficción y la
fantasía que tanto me atraen, o tal vez por la amalgama
patriótico-introspectiva que se mezcla con sentimientos reales, con una
necesidad de reivindicación histórica, de una disculpa del universo por todos
los desaciertos del azar, el libro me hizo cuestionarme todo lo que soy y sé
hasta hoy…
Entonces, como quien regresa a casa luego de un largo viaje, me voy otra
vez a las primeras páginas del texto, y los dos últimos versos de Walcott se
vuelven rezo divino mientras los evoco: tengo
de holandés, de negro, de inglés en mí,/y no soy nadie, o soy una nación.
NOTAS
1. Como una
revelación o avance de lo que está por acontecer, Junot Díaz decidió ubicar el
poema del caribeño Derek Walcott (1930) en una suerte de exergo para toda su
novela.
2. Fuckface, El Cuatrero Fracasado, El Jefe
eran epítetos de Trujillo.
3. Nerd es un apelativo mayormente para
jóvenes estereotipados como amantes de las actividades intelectuales, y poco
seguidores de eventos sociales o populares. El término gheto se emplea para
denominar a los barrios con concentraciones étnicas o de estilos marginales.
4. Junot
Díaz plantea la idea de que para los latinoamericanos y caribeños existe una
maldición que se remonta hasta la llegada de Cristóbal Colón a América. La
palabra zafa es una especie de amuleto de buena suerte, de modo de persignarse,
que los dominicanos dicen en voz alta acto seguido de ver, sentir u oír algo
que se les parezca al fukú.
5. Vigilante, así se
llama a sí mismo el personaje de Junior por ser quien cuenta la mayoría de las
historias, excepto las que se refieren a Lola, en esos casos ella misma es la
narradora. Watchmen o Los Vigilantes es una serie de historietas de la compañía
DC Comics. Por su capacidad de verlo y saberlo todo el personaje de Junior, el vigilante,
actúa como un alter ego del propio autor.
6. Dominicanos.
7. Se cree que las aglomeraciones de cubanos
en la Florida
y la de mexicanos en California está relacionada a la cercanía de estos lugares
con sus patrias. Puesto que la mayoría de las migraciones de cubanos hacia
Estados Unidos ocurre mediante el cruce marítimo del estrecho de la Florida , es allí donde
permanece la generalidad de los exiliados. En el caso de los mexicanos la
situación es parecida, ya que el paso desde su país hasta EE.UU ocurre
mayormente a través de la frontera que une a ambas naciones, y dos de los
estados que hacen punto de convergencia con la línea divisoria son California y
Texas. Se calcula que en Estados Unidos vivan hoy alrededor de 10 millones de
mexicanos.
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