jueves, 26 de septiembre de 2013
YO TAMBIÉN VOLTEÉ LA CARA de Jesús Arencibia Lorenzo / FINALISTA Segundo Concurso Caridad Pineda In Memoriam de Promoción de la Lectura
♣ Marcado
por los Relatos de Historia de Cuba
No recuerdo cómo llegó a mis manos. Tal vez lo cogí
sin pedir permiso del librero añoso que tenía papá, donde sobresalía el lomo
amarillo de un Diccionario Filosófico. Era un libro pequeño y grueso, con tapas
duras, y en la portada, roja y azul, las imágenes de Martí, Camilo y el Che. Relatos de Historia
de Cuba, así se titulaba. En la parte
inferior podía leerse: Cuarto Grado
Por supuesto, yo no había llegado a ese año escolar,
pero la curiosidad era mucha y los dibujos invitaban a la aventura. Cada
capítulo era una historia y cada historia era eso, un cuento, donde alguien
hablaba conmigo del pasado de Cuba, de las cosas, las gentes y los hechos que
una vez fueron en nuestra tierra.
Cierro los ojos y aún puedo ver la representación de
Hatuey, amarrado sobre una hoguera con gesto desafiante. O la del Veguerito,
con la firme ternura para contar cómo a su papá lo mataron en una de las
sublevaciones de los vegueros. O la de la rueda grande que se abrazaba al
tronco de un árbol, allá donde vivió el hacendado Carlos Manuel.
Sin esfuerzo acuden a mi mente los rostros de Mariana,
la madre recia que no quería lágrimas cuando hirieron a uno de sus hijos; y el
de Agramonte, que llenaba de miedo a los españoles con su caballería; el valor
de Pablo, el periodista que se fue a pelear a España; y el de Jesús Menéndez,
negro serio y bueno, que aquel militar traicionero mató por la espalda en el
Oriente de la Isla.
También el sombrero grande de Yaguajay, Camilo, y la sonrisa
y la boina con que pintaron al Che.
Al final de cada relato, un recuadro incitaba a jugar
recordando lo aprendido, y en otras páginas se hacía un resumen ameno de la
lectura. Me fascinaba del libro que tenía muchos personajes y que todo era
conversando, como en el programa Había
una vez…, de la televisión.
Cuando llegué finalmente al cuarto grado, no me dieron
entre los libros de las asignaturas ninguno igual al mío. Supe, por la maestra,
que ya la Historia
de Cuba se estudiaba en otros textos más nuevos, y solo en Quinto y Sexto
grados. De todas formas, seguí queriendo y releyendo a aquel amigo que solo un
ejército de polillas logró quitarme de las manos, casi hecho polvo.
Años después, cuando cursaba la secundaria, la profe
Nora me hizo recordarlo. Ella se parecía a mi viejo Relatos…, no solo por su estampa de matrona dulce y
gruesa, sino porque sus clases de Historia tenían el mismo aire de cuento
viejo, de anécdota de familia, donde siempre había una enseñanza, algo para
sentir orgullo de ser cubano.
Con el tiempo y los estudios llegué a entender, de
forma racional, por qué me enamoraron tanto aquellas páginas y por qué me
decepcionaron otras, también referidas a nuestro pasado, pero más rellenas de
fechas, largos párrafos sin imágenes y consignas patrióticas.
Profesor universitario, periodista y decimista.
TODOS Los premios, menciones y finalistas
GRAN PREMIO Memorias de Noé de José Orpí
PREMIO TERCERA EDAD Siempre corazón de Raúl
Simón Lauzán
Premio AUTOR NOVEL Somos una nación o no somos
nada de Anays Almenares
MENCIÓN ESPECIAL: Rezo a los maestros
labradores de libros de Rosaida Savigne
MENCIÓN Escaleras a un cielo demasiado lejos
de Rodolfo Tamayo Castellanos
MENCIÓN Neruda a flor de piel de Noel Pérez
García
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